viernes, 24 de octubre de 2025

Preguntas tabú


 Preguntas tabú




Existen preguntas que parecen prohibidas, no porque nadie las haya formulado antes, sino porque cada vez que las pronunciamos sentimos que rozamos un límite peligroso. Preguntas como: ¿para qué vivir?, ¿cuál es el sentido de la vida? No suelen tener espacio en las conversaciones cotidianas; se las considera impropias, incómodas o incluso peligrosas. Y tal vez lo son, porque pueden conducirnos al sentimiento de lo absurdo, a esa sensación de vacío que deja al descubierto la falta de un sentido último, de un propósito trascendente que justifique el simple hecho de estar aquí.

Sin embargo, también es cierto que descubrir que todo es absurdo, que nada tiene un sentido garantizado ni permanente, puede abrir una puerta insospechada: la del disfrute. Cuando comprendemos que todo termina, que nada es para siempre, que cada gesto y cada instante están destinados a desaparecer, entonces la vida adquiere otra densidad. No se trata de negar lo efímero, sino de habitarlo. Saber que lo que amo puede desaparecer me hace amarlo más. Paradójicamente, la conciencia de la muerte nos devuelve a la vida.

En cambio, nuestra época parece haber declarado la guerra a la duda, al malestar y a la fragilidad. Decir que estás bien aunque te sientas mal, fingir que todo marcha cuando algo se desmorona, desempeñar el papel de quien “ha logrado algo”, esas son las máscaras de la normalidad. Ser feliz, hoy, muchas veces significa fingir que se tiene una vida perfecta. Las redes, los discursos del éxito, las fórmulas de superación personal nos empujan a mostrar un rostro que encaje, un relato que inspire, una imagen que otros envidien.

Pero, ¿según quién? ¿En qué consiste el éxito? ¿De verdad quiero ser “exitoso” en los términos que el mundo me propone? Tal vez el fracaso, ese del que tanto huimos, sea una forma más honesta de estar en el mundo. Quizá las preguntas tabú no son amenazas, sino umbrales: preguntas que, si nos atrevemos a sostener, nos devuelven la libertad de pensar, de sentir y no fingir.

Preguntarse ¿para qué vivir? no tiene por qué ser un gesto desesperado. Puede ser, en cambio, una manera de empezar a vivir de verdad, con honestidad. 






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