domingo, 20 de enero de 2019

#21 Fil(m)osofía "La Mina" - La casa de Jack


La casa de Jack
(Lars Von Trier, 2018)




“La película no está encaminada al horror, al asesinato”, tal vez no fue ésta la frase que abrió nuestra charla, pero sí la afirmación que detonó nuestra reflexión; abajo algunas de las observaciones:

*Se trata de un autohomenaje, Jack es alter ego de Von Trier, y de un “picar las costillas” a sus críticos; además de provocar a las buenas conciencias.

*Sin duda marcar paulatina y constantemente a lo largo del filme la diferencia entre ingeniería y arquitectura apunta hacia una desacralización del arte.

*Es una confrontación con uno mismo, con la condición humana; incomoda e incluso asusta porque confronta con los propios miedos y deseos violentos, que de una u otra forma y en algunos casos son contenidos o incluso sanados en la contemplación de este tipo de películas.

*Innegablemente “los humanos hacen lo más inhumano”; ¿qué tanto la película refleja un retorno actual a la época en que la violencia era normalizada, parte de la vida cotidiana? 





Los participantes coincidimos en que “La casa de Jack” se presta a múltiples interpretaciones por su contenido simbólico y así puede ser leída desde distintos órdenes, como ético/moral, estético y social. A lo cual se suma que cada público se encuentra inmerso en un contexto social (reglas) a partir del cual percibe y aprecia el arte. De hecho, se puede identificar al menos tres públicos, comentó uno de los presentes, un público conocedor-intelectual que reconoce e identifica en esta obra elementos del psicoanálisis y de pintura entre otros; un público risueño que reacciona al humor negro, que disfruta las escenas violentas porque son actuación; y un público conocedor del cine el general y del autor y su obra en específico.




Es cierto, la película no es de horror, tampoco es su tema central la vida de un psicópata con oficio de asesino serial; esta obra se dirige al cuestionamiento de las reglas, que al parecer siempre tienen raíz en la dualidad bien-mal, el tema es la trasgresión de los límites… Con esta afirmación se abrió un segundo momento en nuestra charla y nos preguntamos si el arte va más allá de esa dualidad, si en el arte no hay reglas ni límites… ¿realmente es así?, ¿el arte trasciende la visión maniqueista que lo clasifica todo en bueno y malo, permitido y prohibido?, ¿al artista todo le es permitido? Por ejemplo, ¿en la creación de su obra el artista puede usar cualquier objeto o sujeto como material, con indiferencia de que sea un ser vivo o no vivo, personas y animales incluidos?

Sólo hay una regla en el arte –y probablemente en todo lo humano–, compartió una de las participantes: que el ser humano sea siempre fin y no medio; consecuentemente no se puede usar a una persona aún con fines artísticos, tampoco otros seres con vida, moralidad o espiritualidad.




Quizá se trascienda, diluya en el tiempo la dualidad bien-mal, pero la dualidad individuo-grupo permanecerá. En el caso que aquí nos ocupa dicho binomio se desdobla en artista-contemplador y su interacción es la interpretación, la de-construcción y re-construcción de la obra, de “La casa de Jack”, que puede ser tan simple como un decir me gusta o me disgusta o tan rica y gozosa como una fil(m)osofía. Así, los participantes concluimos esta reunión con dos ideas: la primera, compartimos una aspiración, el equilibrio entre individuo y grupo, persona y comunidad, dado que somos coexistentes, dado que ninguno puede renunciar al otro vivamos, convivamos con base en reglas y leyes, acuerdos o pactos explícitos, expresos y en su caso establecidos por autoridad competente, pero no conforme a convenciones porque son tácitas y se basan en costumbres o precedentes; y, la segunda, claramente en lo individual para cada uno de nosotros esta obra representa algo distinto, algo personal, aunque simultáneamente coincidimos en que es una buena película porque imposibilita la indiferencia, porque mueve y divide la opinión, porque genera polémica, discusión y reflexión. Si una película es buena cuando impacta al espectador, cuando lo arranca de la indiferencia, entonces “La casa de Jack” lo es. Acorde con esto si un auténtico artista es quien provoca a las personas con su obra, entonces Lars Von Trier lo es y acertadamente ha dicho: “Soy un artista y por tanto un provocador”[i].




¡Muchas gracias nuevamente a quienes dan vida a Fil(m)osofía! 
Nos vemos pronto.