jueves, 27 de octubre de 2022

Filosofía en Cajicá

 

 Filosofía en Cajicá





VIII Encuentro de Historia y Filosofía

¿Cómo se construye la historia colectiva a través de las narrativas individuales?

20 y 21 de octubre de 2022

 

Objetivo: Reflexionar sobre las versiones individuales y cómo se relacionan con la historia de las sociedades

 

Ejes temáticos:            

* Tradición oral

* Historia de Cajicá

* La voz de los migrantes en la historia

* La historia según las minorías

* Historia del arte

 

En el desarrollo del encuentro se presentaron tres ideas constantes: Narrativa – Memoria – Historia. La narrativa de que se guarda memoria constituye la historia. ¿Y la Filosofía? La filosofía cuestiona y analiza qué historia se transmite, cómo y para qué, así como quién la transmite y a quiénes.

 

Pero, ¿qué es la historia? Una exposición o descripción de lo hecho, de lo vivido personal y grupalmente, lo cual al formar parte de nuestra memoria se suma a nuestra identidad. De manera que en gran medida soy lo que hago, soy lo que he hecho y más aún, lo que planeo hacer, agregamos desde una mirada filosófica, porque la filosofía analiza y critica la historia, lo hecho; reflexiona sobre lo que hacemos; y, propone lo que ahora se puede hacer. La filosofía observa agudamente en retrospectiva, hacia el pasado, y en prospectiva, hacia el futuro; examina lo que fue para comprender lo que es y explorar lo que será. 

 

Ahora bien, la Historia además de ser experiencia del pasado, narración y memoria, presenta características de saber científico: plantea preguntas y problemas; aplica una metodología; se desarrolla en la interdisciplinariedad; se muestra como saber interpretativo y variable… Y por supuesto, cumple funciones importantes en nuestra vida, sirve para entender problemas del presente –en el esquema de relación causa-efecto–; permite aprender de los errores y aciertos; y, especialmente, teje relaciones y vínculos entre semejantes.

 

Debido a lo anterior es fundamental la enseñanza de la historia. Con relación a esto se propone transitar de la didáctica tradicional que es memorística; basada en hechos político-militares; antropocéntrica; eurocéntrica; patriótica y heroica, hacia una didáctica que fomenta las habilidades del científico social, es decir, que desarrolla las habilidades de lectura, escritura e investigación; que se basa en problemas; y, que ejercita el pensamiento crítico e histórico.

 

Sin duda, la experiencia fue enriquecedora para todos; evidentemente unas ponencias brillaron más que otras, no obstante en todos los casos se observó disposición y entrega, interés y deseo por compartir. A lo largo de esos dos días, escuchando las narrativas de los alumnos, sus reflexiones y mirando la forma en que eran recibidas por los asistentes, inevitablemente surgieron pensamientos y emociones propios; cuando se escucha atentamente la narrativa del otro, nace en el propio interior una narrativa más.

 

Comparto aquí algo de lo que sucedió en mí al escuchar: vivimos en Colombia un periodo de transición, parece que nos movemos de un estado de guerra hacia la paz; movimiento que veo simbolizado en la reciente entrega del “Informe Final de la Comisión de la Verdad”. Transitamos a la vez de un gobierno de derecha hacia un gobierno de izquierda, considerando el resultado de las pasadas elecciones presidenciales. Atravesamos también un momento histórico en que los migrantes de origen venezolano comienzan a ser reconocidos como ciudadanos, cuando se les otorga acceso a servicios de salud, seguridad social y pensión –beneficios que corresponden a los derechos que posee una persona, natural o jurídica, en Colombia–. En el caso de múltiples municipios, particularmente los que rodean a la capital nacional, se transita de un ambiente rural hacia un medio urbano.

 

Abreviando, quienes habitamos Colombia vivimos un periodo de transición que se abre en cinco líneas: de la guerra hacia la paz; de la derecha hacia la izquierda; de migrantes a ciudadanos; y, de lo rural a lo urbano. Se trata de escisiones o distinciones que en la perspectiva de quien aquí escribe deben ser concebidas y vivenciadas no como rivales excluyentes entre sí, sino como elementos complementarios. Es necesario pensar y sentir, vivir la complementariedad.

 

Respecto con la guerra padecida se insiste en la memoria como uno de los medios para alcanzar la paz anhelada, ante lo cual corresponde preguntar para qué recordar, más aun cuando los recuerdos son violentos, contienen humillación, injusticia e imposición, sangre y dolor. Retrotraer y resaltar continuamente esa violencia, ¿la normaliza? Más que impactar y concientizar, narrar reiteradamente los hechos violentos, ¿adormece o incluso despierta el morbo?

 

Por otra parte, aunque en correlación, me pregunto cuándo un migrante se convierte realmente en ciudadano, y si alguna vez se deja de ser migrante. Soy migrante y aún no sé decir con exactitud qué significa esto, por ahora sólo acierto a decir que es muy diferente a turistear. El turista permanece poco tiempo, pasea y se asoma a algunos periodos de la historia del país que vista, conoce un poco de su cultura; el tránsito del turista es veloz, fugaz, momentáneo, episódico, su vivencia se reduce a la admiración y al disfrute. El migrante, en cambio, permanece indefinidamente, recorre el nuevo territorio, se sumerge y se empapa de una cultura que antes le era ajena, en gran medida se la apropia, profundiza y descubre lo que sustenta a la historia, es decir, realmente conoce la filosofía de vida que entraña dicha cultura. Expresado con una analogía un tanto simple, el turista esnorquelea y el migrante bucea, incluso en apnea.

 

En esta ocasión, como usualmente sucede en donde está presente la filosofía, nos retiramos del recinto con más preguntas de las que traíamos al llegar. Entre todas las ideas que revolotean en mi mente, brilla especialmente la convicción de que siempre es valioso sentarse y guardar silencio para escuchar al otro.




Karla Portela Ramírez

Casa de la Filosofía


 

lunes, 17 de octubre de 2022

Café filosófico #22: ¿Se puede ser extranjero en el país de nacimiento?

 

Café filosófico # 22:

¿Se puede ser extranjero en el país de nacimiento?



Uno de los frutos que espera cosechar todo animador de café filosófico es el surgimiento de más preguntas. Considerando que la capacidad de preguntar, de formular buenas preguntas –críticas y detonantes de reflexión– refleja el desarrollo de un pensamiento analítico y abierto a nuevas perspectivas, con alegría y cierto orgullo podemos decir que estamos cosechando frutos filosóficos. Más que arribar a respuestas, de la pregunta planteada al inicio del café, el grupo deriva una serie de preguntas más. Así, en este recuento de lo dialogado en nuestro encuentro más reciente (el pasado lunes 10 de octubre), compartimos algunas de las preguntas que surgieron, con sus respectivas respuestas, si no definitivas, si al menos aceptables por ahora.

 

¿Qué es ser extranjero? ¿Qué significa ser extranjero?

Invisible; desconocido; anormal… Extraño… Pensando que el prefijo “extra” significa “fuera de”, extranjero significaría que nació fuera del país en que nos encontramos, más allá de estas fronteras. Ahora bien, quizá eso implique que nos sea desconocido y al entrar en contacto nos parezca extraño e incluso anormal, frente a lo cual muchos preferirán tratarlo como invisible, invisibilizarlo.

 

¿Según qué o quién somos extranjeros?

Según los límites físicos, es decir las fronteras. Aunque esto no niega que podamos desconocer nuestro país de nacimiento tanto como si fuéramos extranjeros, como si hubiésemos nacido en otro país.

 

¿Qué nos hace extranjeros?

Pensando en el cuerpo, en nuestra materialidad sujeta a leyes jurídicas, lo que nos hace extranjeros es el lugar de nacimiento. Ahora bien, si consideramos nuestra dimensión inmaterial, habría que hablar de factores como el idioma, la educación, el lugar en que nos criamos y donde hemos construido nuestra historia, los documentos que nos acreditan como ciudadanos, entre otros.

 

Pero, ¿qué pasa con alguien cuyo padre es alemán, su madre es francesa y ella nació en Canadá, se educó en Portugal y ha pasado la mayor parte de su vida en México, habla los cinco idiomas correspondientes con igual fluidez y corrección, logrando adaptar su acento a cada uno de ellos?

Aquí entran en juego pertenencia e identidad; sentirse parte del grupo, de la comunidad y sus instituciones, además de identificarse con las creencias, propósitos, deseos, etc. del grupo, del colectivo.

 

Entonces, ¿se puede ser extranjero en el país de nacimiento?

En un sentido literal –sin interpretaciones, ajustándonos al significado habitual–, la respuesta es “no”. No se puede ser extranjero en el país de nacimiento. Sin embargo, en un sentido figurado –apartándonos del significado habitual, agregando una expresividad que puede ser interpretada–, la respuesta es “sí”. Sí se puede ser extranjero en el país de nacimiento; todo depende de cómo nos sintamos, de nuestro sentimiento de identidad y pertenencia.

 

Con base en todo lo anterior, confirmamos algo que se había planteado al comienzo de nuestra reflexión conjunta: habría que reformular la pregunta inicial. En lugar de preguntar ¿se puede ser extranjero en el país de nacimiento?, habría que decir: ¿se puede sentir extranjero en el país de nacimiento? Igualmente podríamos sustituir el verbo “ser” con palabras como actuar o comportar. De hecho, podríamos enunciar otras preguntas, por ejemplo: ¿Se puede dejar de ser extranjero?...





Karla Portela Ramírez y Germán Leonardo Cárdenas Vargas

Casa de la Filosofía

Octubre, 2022

Cajicá, Cundinamarca, Colombia