lunes, 17 de octubre de 2022

Café filosófico #22: ¿Se puede ser extranjero en el país de nacimiento?

 

Café filosófico # 22:

¿Se puede ser extranjero en el país de nacimiento?



Uno de los frutos que espera cosechar todo animador de café filosófico es el surgimiento de más preguntas. Considerando que la capacidad de preguntar, de formular buenas preguntas –críticas y detonantes de reflexión– refleja el desarrollo de un pensamiento analítico y abierto a nuevas perspectivas, con alegría y cierto orgullo podemos decir que estamos cosechando frutos filosóficos. Más que arribar a respuestas, de la pregunta planteada al inicio del café, el grupo deriva una serie de preguntas más. Así, en este recuento de lo dialogado en nuestro encuentro más reciente (el pasado lunes 10 de octubre), compartimos algunas de las preguntas que surgieron, con sus respectivas respuestas, si no definitivas, si al menos aceptables por ahora.

 

¿Qué es ser extranjero? ¿Qué significa ser extranjero?

Invisible; desconocido; anormal… Extraño… Pensando que el prefijo “extra” significa “fuera de”, extranjero significaría que nació fuera del país en que nos encontramos, más allá de estas fronteras. Ahora bien, quizá eso implique que nos sea desconocido y al entrar en contacto nos parezca extraño e incluso anormal, frente a lo cual muchos preferirán tratarlo como invisible, invisibilizarlo.

 

¿Según qué o quién somos extranjeros?

Según los límites físicos, es decir las fronteras. Aunque esto no niega que podamos desconocer nuestro país de nacimiento tanto como si fuéramos extranjeros, como si hubiésemos nacido en otro país.

 

¿Qué nos hace extranjeros?

Pensando en el cuerpo, en nuestra materialidad sujeta a leyes jurídicas, lo que nos hace extranjeros es el lugar de nacimiento. Ahora bien, si consideramos nuestra dimensión inmaterial, habría que hablar de factores como el idioma, la educación, el lugar en que nos criamos y donde hemos construido nuestra historia, los documentos que nos acreditan como ciudadanos, entre otros.

 

Pero, ¿qué pasa con alguien cuyo padre es alemán, su madre es francesa y ella nació en Canadá, se educó en Portugal y ha pasado la mayor parte de su vida en México, habla los cinco idiomas correspondientes con igual fluidez y corrección, logrando adaptar su acento a cada uno de ellos?

Aquí entran en juego pertenencia e identidad; sentirse parte del grupo, de la comunidad y sus instituciones, además de identificarse con las creencias, propósitos, deseos, etc. del grupo, del colectivo.

 

Entonces, ¿se puede ser extranjero en el país de nacimiento?

En un sentido literal –sin interpretaciones, ajustándonos al significado habitual–, la respuesta es “no”. No se puede ser extranjero en el país de nacimiento. Sin embargo, en un sentido figurado –apartándonos del significado habitual, agregando una expresividad que puede ser interpretada–, la respuesta es “sí”. Sí se puede ser extranjero en el país de nacimiento; todo depende de cómo nos sintamos, de nuestro sentimiento de identidad y pertenencia.

 

Con base en todo lo anterior, confirmamos algo que se había planteado al comienzo de nuestra reflexión conjunta: habría que reformular la pregunta inicial. En lugar de preguntar ¿se puede ser extranjero en el país de nacimiento?, habría que decir: ¿se puede sentir extranjero en el país de nacimiento? Igualmente podríamos sustituir el verbo “ser” con palabras como actuar o comportar. De hecho, podríamos enunciar otras preguntas, por ejemplo: ¿Se puede dejar de ser extranjero?...





Karla Portela Ramírez y Germán Leonardo Cárdenas Vargas

Casa de la Filosofía

Octubre, 2022

Cajicá, Cundinamarca, Colombia

 

 

 

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