Café filosófico # 22:
¿Se puede ser extranjero en el país de nacimiento?
Uno
de los frutos que espera cosechar todo animador de café filosófico es el
surgimiento de más preguntas. Considerando que la capacidad de preguntar, de
formular buenas preguntas –críticas y detonantes de reflexión– refleja el
desarrollo de un pensamiento analítico y abierto a nuevas perspectivas, con
alegría y cierto orgullo podemos decir que estamos cosechando frutos
filosóficos. Más que arribar a respuestas, de la pregunta planteada al inicio
del café, el grupo deriva una serie de preguntas más. Así, en este recuento de
lo dialogado en nuestro encuentro más reciente (el pasado lunes 10 de octubre),
compartimos algunas de las preguntas que surgieron, con sus respectivas
respuestas, si no definitivas, si al menos aceptables por ahora.
¿Qué
es ser extranjero? ¿Qué significa ser extranjero?
Invisible; desconocido;
anormal… Extraño… Pensando que el prefijo “extra”
significa “fuera de”, extranjero significaría que nació fuera del país en que
nos encontramos, más allá de estas fronteras. Ahora bien, quizá eso implique
que nos sea desconocido y al entrar
en contacto nos parezca extraño e
incluso anormal, frente a lo cual
muchos preferirán tratarlo como invisible,
invisibilizarlo.
¿Según
qué o quién somos extranjeros?
Según
los límites físicos, es decir las fronteras. Aunque esto no niega que podamos
desconocer nuestro país de nacimiento tanto como si fuéramos extranjeros, como
si hubiésemos nacido en otro país.
¿Qué
nos hace extranjeros?
Pensando
en el cuerpo, en nuestra materialidad sujeta a leyes jurídicas, lo que nos hace
extranjeros es el lugar de nacimiento. Ahora bien, si consideramos nuestra
dimensión inmaterial, habría que hablar de factores como el idioma, la
educación, el lugar en que nos criamos y donde hemos construido nuestra
historia, los documentos que nos acreditan como ciudadanos, entre otros.
Pero,
¿qué pasa con alguien cuyo padre es alemán, su madre es francesa y ella nació
en Canadá, se educó en Portugal y ha pasado la mayor parte de su vida en
México, habla los cinco idiomas correspondientes con igual fluidez y
corrección, logrando adaptar su acento a cada uno de ellos?
Aquí
entran en juego pertenencia e identidad; sentirse parte del grupo, de la
comunidad y sus instituciones, además de identificarse con las creencias,
propósitos, deseos, etc. del grupo, del colectivo.
Entonces,
¿se puede ser extranjero en el país de nacimiento?
En
un sentido literal –sin interpretaciones, ajustándonos al significado habitual–,
la respuesta es “no”. No se puede ser extranjero en el país de nacimiento. Sin
embargo, en un sentido figurado –apartándonos del significado habitual,
agregando una expresividad que puede ser interpretada–, la respuesta es “sí”.
Sí se puede ser extranjero en el país de nacimiento; todo depende de cómo nos
sintamos, de nuestro sentimiento de identidad y pertenencia.
Con
base en todo lo anterior, confirmamos algo que se había planteado al comienzo de
nuestra reflexión conjunta: habría que reformular la pregunta inicial. En lugar
de preguntar ¿se puede ser extranjero
en el país de nacimiento?, habría que decir: ¿se puede sentir extranjero en el país de nacimiento? Igualmente podríamos
sustituir el verbo “ser” con palabras como actuar o comportar. De hecho,
podríamos enunciar otras preguntas, por ejemplo: ¿Se puede dejar de ser
extranjero?...
Karla Portela Ramírez y Germán Leonardo Cárdenas
Vargas
Casa de la Filosofía
Octubre, 2022
Cajicá, Cundinamarca, Colombia
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