domingo, 10 de febrero de 2019

#22 Fil(m)osofía "La Mina" - El viaje de Chihiro


El viaje de Chihiro

(Hayao Miyazaki, 2001)





¿La profundidad no está en lo que se mira, sino en quien mira? 
¿La sensibilidad no está en lo creado, sino en quien crea? 
¿El arte no radica en el objeto creado y mirado, sino en el creador-constructor y en el contemplador-deconstructor?

En Fil(m)osofía partimos de una premisa pensada, sentida y vivida: reflexionando deconstruimos, interpretando construimos; con nuestro pensamiento y palabras, en diálogo intercambiamos sentimientos y argumentos, posibilitamos y nos preparamos para cambiar-nos, transformar-nos la realidad, nuestra realidad en algo mejor, más humano y comunitario. ¿Cómo hacemos, pretendemos hacer esto? Cada vez convocamos para ver juntos una película, al terminar nos reunimos para compartir lo que nos hizo pensar y sentir, intercambiamos y nos unimos en nuestras diferencias y coincidencias; sin conclusiones tajantes, nos despedimos quizá con más preguntas que respuestas, aunque siempre con una propuesta.


Así, el pasado miércoles 6 de febrero en Cine la Mina hicimos un gran día, hubo casa llena, aproximadamente 15 personas nos reunimos para contemplar “El viaje de Chihiro”, obra maestra del ánime, película multipremiada, digna del aprecio general y principalmente enriquecedora desde nuestra perspectiva porque como platicamos ese día se trata de un filme en que puedes nadar, snorkelear o bucear, una película que te puede entretener o hacer crecer, cada uno decide.


Decimos que se puede nadar en “El viaje de Chihiro” si observamos la amistad y la identidad como sus temas centrales; consideramos que se profundiza un poco más, snorkeleamos, cuando analizamos la interpretación dada por algunos críticos que afirman como sus temas predominantes prostitución infantil y pederastia; profundizamos aún más cuando no sólo encontramos lazos de amistad entre Chihiro y distintos personajes que le ayudan a sobrevivir y vivir, aprender y crecer, formar su identidad, sino que además identificamos hechos o situaciones presentadas a lo largo de la película que se prestan a justificar la afirmación de la prostitución infantil y la pederastia como los grandes temas de la misma –sobre lo cual no detallamos para no restar al ejercicio reflexivo de quienes están por ver esta película–, y comenzamos a bucear cuando observamos en este viaje una aguda crítica social a la occidentalización de Japón durante la posguerra traducida en pérdida de tradiciones y espiritualidad que da paso al consumismo, a la mercantilización incluso de las personas, a su cosificación, todo esto último como rasgos propios del capitalismo que nos parece representado a grandes rasgos en la figura de Yubaba, contrastada por su hermana gemela Zeniba, figura que nos parece personificar al socialismo; capitalismo y socialismo –Yubaba y Zeniba– dos caras de la misma moneda, dos posibles formas de organización en la sociedad y de concebir-vivir el trabajo, la actividad productiva del hombre: el trabajo como medio para obtener-ganar-acumular dinero y bienes materiales –capitalismo–; el trabajo como medio para la subsistencia material y complementario a esto el trabajo como fin en sí –socialismo–, como actividad en que nos descubrimos (formamos nuestra identidad) y compartimos (nos relacionamos con otras personas e incluso integramos comunidad). Ésta fue la propuesta de nuestra filmosofía el pasado miércoles: concibamos y vivamos el trabajo como un viaje que nos hace crecer, que nos forma y a la vez transforma nuestro rededor, que sirve y ayuda a otros, porque al final del día todo oficio y profesión es servicio, donación personal para crear un mundo mejor.

En suma, “El viaje de Chihiro” es una producción fílmica que puedes analizar en su forma, es decir como obra perteneciente al ánime y en lo cual contribuyó admirablemente nuestra invitada Faby Manzano, comunicóloga y reportera en periódicos locales, a quien agradecemos de todo corazón compartir con nosotros su gusto y conocimientos sobre el ánime en general y en particular sobre el trabajo de Studio Ghibli, especialmente de Hayao Miyazaki; o bien que puedes deconstruir en su contenido nadando, snorkeleando o buceando, como antes fue dicho. Sin embargo, lo sustancioso y más valioso aquí es para nosotros la comunidad reflexiva-cinéfila que integramos y es por eso, entre otras cosas que amamos el cine, porque convoca, reúne y une.


Mil gracias nuevamente a quienes acuden a nuestra invitación, a quienes nos permiten conocerlos y re-conocernos en nuestras palabras compartidas, en nuestro diálogo que aspira y se dirige hacia una realidad en armonía.