martes, 30 de noviembre de 2021

Reseña del libro ¡Pa´ las que sea parce! Límites y alcances de la sicaresca como categoría estética

 

¡Pa´ las que sea, parce!
Cuando la literatura es filosofía y un género literario 
reflexiona sobre la condición humana

 



La literatura es una mentira que algunas veces muestra la verdad. De la mano de la filosofía, el arte de las letras puede constituir una forma de análisis y crítica, ¿para la comprensión y transformación de la realidad?

Estamos y vivimos en la Colombia contemporánea, somos y formamos parte de la sociedad y cultura colombiana de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Cuando otros nos escuchan decir esto, Colombia en la época mencionada, suele invadir su mente una sola idea: violencia. No piensan, o al menos no inmediatamente, en la biodiversidad que hace de este país sudamericano parte del Grupo de Países Megadiversos Afines[1]; tampoco recuerdan la relación de Colombia con Simón Bolívar y la creación de la república de la Gran Colombia[2]; pocos conocerán que el reconocido artista Fernando Botero (“el que pinta gorditos”) nació en Medellín y creció dentro de la llamada cultura paisa[3]; igualmente pocos sabrán que el origen de la cumbia y el vallenato es la tierra colombiana[4]. Es grande la riqueza cultural de Colombia, podrían mencionarse muchos ejemplos más; sin embargo, la violencia es asunto recurrente al hablar sobre dicho país.

Así, uno de los tópicos más abordados en la literatura colombiana actual y tema central de su novela urbana, es la violencia. No la violencia relacionada con el conflicto armado interno, la guerra rural que conlleva una ideología política, sino la violencia que es resultado del narcotráfico y sus derivados –carteles, bombas, fiestas, cárceles, zoológicos y mujeres– (Van der Linde, 2014). De manera que dicha novela urbana se avoca a la narcoestética, entendida como una forma de aprehender la realidad caracterizada por lo rimbombante:

 

Lo narco no es sólo un tráfico o un negocio; es también una estética, que cruza y se imbrica con la cultura y la historia de Colombia y que hoy se manifiesta en la música, en la televisión, en el lenguaje y en la arquitectura. Hay una narcoestética ostentosa, exagerada, grandilocuente, de autos caros, siliconas y fincas, en la que las mujeres hermosas se mezclan con la virgen y con la madre. (Rincón, Omar en Lucía Elena Acosta Ugalde, 2014, p. 110)


Cabe decir que la narcoestética se asocia por un lado con la “carrera profesional” de los capos a través de líneas de negocio como tráfico de drogas ilegales, prostitución, captación ilegal de dinero (negocios piramidales), lavado de dinero y la empresa de la muerte, es decir, el sicariato. Por otro lado, aunque correlativamente, la narcoestética responde a demandas estéticas y sociales que le asocian con las ideas de progreso, bienestar y éxito dentro del marco capitalista.

Es el deseo de consumo el motor que impulsa hacia la adquisición de bienes materiales (comida, joyas, autos y motos, mansiones, etc.) y bienes simbólicos (pertenecer al selecto grupo de los poderosos o ser el asesino más temido y respetado, por ejemplo). Se trata de necesidades impuestas por los modos de producción propios del capitalismo y el medio citadino. La cuestión es que este deseo en la mente y espíritu del pobre que anhela con toda su fuerza ser rico, llega a ser tan intenso y extremo que sin pensar está dispuesto a trastocar el modelo mismo. Consecuentemente el objeto de deseo es descartable y reemplazable.

El sicario, escribe Van der Linde, es un cuerpo que fluye en la ciudad. La fluidez representa un valor sustancial en la vida del sicario que es poetizada por el consumo inmediato, la errancia y las relaciones de afiliación débiles. No es casual que esta forma de aprehender la realidad, de ser, estar y hacer en el mundo haya surgido en la época en que las metrópolis se consolidaron como megaprograma civilizatorio que contradictoriamente conduce a su propia crisis: vaciamiento de los grandes relatos pasando por la ruptura, abyección y desesperanza. (Van der Linde, 2014)                                                                                                                                      

Desde esta perspectiva, en la relación que se entabla entre la literatura y la realidad se abre la posibilidad de reflexionar sobre la condición humana al menos en dos aspectos: sociedad y lenguaje. En cuanto a la primera, a través de la actual novela urbana colombiana, es posible aproximarse a la realidad social en la arista del marginado, así como a la escena urbana en que la muerte es celebración de un tipo de vida abyecto; igualmente se concientiza sobre la narcoestética como parte de la cotidianidad de la sociedad. Ya en el terreno del lenguaje, se presenta el habla de las barriadas como parte de vivir la ciudad y como una forma conflictiva de estar en el mundo; a su vez, se percibe en este género de novela el agotamiento de los significados y la reconfiguración de conceptos que implican solidez y estabilidad, como la identidad y el amor.

Respecto a esto último, el agotamiento de significados y la reconfiguración de conceptos, conviene detallar. Conceptos concernientes a procesos morales y legales de la acusación y el indulto pierden su sentido tradicional: víctima y victimario dejan de ser categorías fijas y se convierten en valores relacionales; ahora el delincuente, el sicario se torna víctima y el lector deviene en victimario por la experiencia y expresión del trauma, el dolor, la culpa y el perdón. (Lander, María Fernanda en Carlos-Germán van der Linde, 2014, p. 16) Lo cual es particularmente importante porque da pie a la ausencia de arrepentimiento, a la inexistencia de remordimiento en el criminal, dado que ya no es culpable, sino víctima de la sociedad. Visto a profundidad y en primera instancia lo que encontramos aquí es el cuestionamiento de los razonamientos morales y éticos de la sociedad contemporánea.

Con base en lo anterior la propuesta y objetivo central del libro editado por Van der Linde consiste en “[…] intentar elevar el neologismo sicaresca a categoría analítica de orden estético.” (Van der Linde, 2014, p. 19) En consecución de ello, la obra ¡Pa´ las que sea, parce! Límites y alcances de la sicaresca como categoría estética, se integra por los siguientes trabajos:

* Picaresca escrita con “s” inicial. Historia literaria de un neologismo, escrito por Carlos-Germán    van der Linde; que discute sobre el término sicaresca, particularmente su origen y su relación con la picaresca. 

* Oscilaciones de los relatos colombianos sobre sicarios. Entre la desesperanza y la abyección, aportación de Alexander Castañeda Santoyo; análisis del personaje central, el sicario, que funge como antihéroe.

Cotidianidades y caminantes en la ciudad sicaresca, autoría de Ángela Cifuentes Avellaneda; estudio dedicado al escenario, la ciudad.

Amor líquido en la sicaresca: entre el deseo y la añoranza, trabajo realizado por Raúl Alexander Murcia; que profundiza en las relaciones sicarescas.

El libro aquí reseñado concluye con un Addendum, redactado por todos sus autores, en que se sintetizan los argumentos a favor del reconocimiento de la sicaresca como categoría analítica de orden estético.

 

Karla Portela Ramírez

Colombia, diciembre de 2021

 

 

Referencias

Acosta Ugalde, Lucía Elena. (2014). Narcoestética: la estética de la acumulación. Revista Multidisciplina, Núm. 19, 108-124. Recuperado en 29 de noviembre de 2021, de http://revistas.unam.mx/index.php/multidisciplina/article/viewFile/53084/47221#:~:text=Se%20trata%20de%20una%20est%C3%A9tica,mundo%2C%20para%20representar%20y%20representarse.

Van der Linde, C. (Ed.). (2014). ¡Pa´ las que sea parce! Límites y alcances de la sicaresca como categoría estética. Ediciones Unisalle.

 



[1] Los países megadiversos son aquellos que albergan el mayor índice de biodiversidad de la Tierra. Al respecto, en la página electrónica Biodiversidad mexicana, se lee explica que: “El primer mapa de países megadiversos se atribuye a World Wildlife Fund e incluyó a seis países: México, Colombia, Brasil, Zaire, Madagascar e Indonesia (citado en Mittermeier 1988). En esos años (1987) Russell Mittermeier, promotor del concepto, creó la organización Conservation International, y siguió impulsando el concepto. En el primer análisis se incluyeron 12 países megadiversos: México, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Congo, Madagascar, China, India, Malasia, Indonesia y Australia. Más adelante la lista subió a 17 países, añadiendo a Papúa Nueva Guinea, Sudáfrica, Estados Unidos, Filipinas y Venezuela. En 2002 se creó el grupo de Países Megadiversos Afines (LMMC, por siglas en inglés) en Cancún, México, en donde se incluyen Guatemala, Costa Rica, Kenia, Etiopía e Irán.” Biodiversidad mexicana

https://www.biodiversidad.gob.mx/pais/quees

[2] “La «Gran Colombia» fue el nombre que le atribuyeron los historiadores del siglo XX a la vasta república que existió entre 1819 y 1831, para distinguirla de la actual Colombia; la cual recibió este nombre tan solo a partir de 1863, cuando se denominó al país como Estados Unidos de Colombia. La grandeza y originalidad de esta efímera república suramericana debe conmemorarse tanto, como las batallas libradas por sus líderes y militares; así como darle un lugar preponderante en la historia política de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá, las cuales hicieron parte de este primer proyecto republicano, mediante el cual se consolidaron sus independencias y se crearon las primeras instituciones políticas sobre las que reposan estas repúblicas hasta el día de hoy.” Archivo de Bogotá. Secretaría General – Alcaldía Mayor de Bogotá,

https://archivobogota.secretariageneral.gov.co/noticias/la-creacion-la-gran-colombia-tras-la-victoria-boyaca

[3]Hablar de la cultura Paisa es hablar de Antioquia la grande, un pueblo colombiano descendiente de indígenas, españoles y africanos. Estando formada por seis departamentos: Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, porciones del Valle del Cauca y Tolima, es conocida como el eje cafetero. No necesariamente todas las zonas de estos departamentos poseen una cultura Paisa, pero si, las siguientes capitales: Medellín, la ciudad de la eterna primavera, capital de Antioquia; Manizales, la cuidad de las puertas abiertas, capital de Caldas; Pereira, llamada la querendona, trasnochadora y morena, capital de Risaralda; y, Armenia, ciudad milagro, capital de Quindío. Para los colombianos, la cultura Paisa forma parte de su patrimonio que engloba hasta una forma de ser. Las tradiciones y la singular manera de hablar de los paisas, constituyen un rasgo que los identifica. Así encontramos que el paisa ataviado normalmente de un carriel, ruana y sombrero blanco posee virtudes de negociante, caminante, trovador, supersticioso, religioso y arraigado a sus tradiciones. Su estilo de hablar se determina por el uso de la palabra vos, un seseo en la pronunciación y expresiones típicas como ¡pues!dizque¿quiubo?oigan a éstemijo.” Cultura10.Org

https://www.cultura10.org/paisa/

[4] Véase: 10 datos para conocer la cumbia colombiana,

miércoles, 17 de noviembre de 2021

El juego del calamar - Filmosofía #1 en Cajicá, Colombia

 

El juego del calamar

Filmosofía #1 en Cajicá, Colombia

 



En el desarrollo de una filmosofía, el animador, el filósofo practicante guía o marca el orden de la reflexión con base en preguntas. Así, en nuestra primera filmosofía en Cajicá, que trató sobre El juego del calamar, comenzamos preguntando: ¿cuál es el tema? Naturalmente, cuando se trata de reflexionar, a la respuesta precedieron diversas ideas, claro está, todas ellas apuntando hacia una probable solución. Aquí compartimos algunas de esas ideas.

 

Abrimos enlistando cuáles fueron los juegos y qué habilidad o virtud exigía cada uno de ellos para resultar ganador:

Juego

Habilidad o virtud

Luz roja y luz verde

Imperturbabilidad, templanza

Galletas de azúcar

Paciencia, constancia, ingenio, imaginación

Tira y afloja

Estrategia, cooperación

Canicas

Negociación

Peldaños de vidrio

Valentía, confianza, atención

El calamar

Coraje, fuerza, compasión

 

En todos los juegos encontramos que para obtener mejores resultados se requería trabajar en equipo, unirse para aumentar la posibilidad de sobrevivir. Desde este punto de vista trabajar en equipo significaría “fortalezas que se unen, complementan con un objetivo común, en este caso, vivir”.

 

Igualmente observamos que en cada juego, aún en pequeña medida, había que elegir, decidir; y esas elecciones se basaban en la necesidad, el impulso y las emociones, no siempre en la razón. En esto influía considerablemente que muchas de las elecciones eran a ciegas, es decir, sin conocer previo a la decisión las consecuencias de las posibles elecciones.

 

Además de esto, de la libertad para elegir, decidir –incluso desde el inicio se observa un ejercicio de la libertad porque cada participante se encuentra allí por propia voluntad–, descubrimos otras constantes a lo largo del juego: ser observado; el factor del tiempo; la suerte o fortuna de cada jugador; y, momentos de compasión.

 

En cuanto a los equipos que se formaron, notamos que estos se integraron a partir de cuatro factores o criterios: edad; fuerza física; inteligencia y conocimientos; y, género. De manera que los viejos, débiles, tontos o ignorantes, y las mujeres, parecían hallarse en desventaja y con dificultades para ser aceptados. A pesar de estas diferencias entre los jugadores, todos ellos guardaban algo en común, los motivos por los que fueron elegidos para participar, son personas que:

- ya nada tienen que perder

- lo deben todo; son eternos deudores

- en este juego encuentran lo mismo que afuera, un infierno, con la diferencia de que ahí aún existe una esperanza

- se hallan en la búsqueda de una solución, aún les mueve algún deseo

 

Por último, en cuanto a las ideas compartidas y retomando las diferencias entre los jugadores, en todo el desarrollo se observa la presencia de la polarización ricos vs. pobres…

 

Sin duda, la respuesta a la pregunta planteada inicialmente, a saber cuál es el tema de El juego del calamar, no es única. Se trata de múltiples respuestas que de una u otra manera consisten en la proyección de los propios intereses. No obstante podemos coincidir en un tema: la relación con el otro, la otredad. Donde es posible observar al menos dos actitudes, individualismo y competencia; o, colectividad y trabajo en equipo. Parece que todos compartimos un mismo objetivo, todos anhelamos y buscamos nuestra tranquilidad, nuestro bienestar; y lo que nos separa, en lo que diferimos es en los medios para lograrlo. Algunos de nosotros creemos en la autosuficiencia y optamos por el individualismo, lo que nos lleva a ver en los otros, competidores que a cada momento obstaculizan nuestro éxito; otros de nosotros creemos en la comunidad, especialmente en la amistad, y solemos vivir al otro como un igual que nos acompaña en la búsqueda del bien común.

 

Quizá El juego del calamar nos propone que ante el aburrimiento, el sinsentido de la vida humana en la sociedad contemporánea depositemos nuestra confianza no sólo en nosotros mismos, sino en la humanidad. ¿Qué tanto el juego que se nos propone es apostar por una confianza crítica?




 

 

lunes, 15 de noviembre de 2021

¿Qué tan real es la realidad virtual? - Filocafé #7

 

¿Qué tan real es la realidad virtual?



Comenzamos señalando qué entendemos por realidad virtual. Esto para no descubrir a mitad del camino, de nuestra conversación que estamos hablando de cosas distintas. En el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) se presentan las siguientes acepciones sobre el significado de “virtual”:

1. Que tiene virtud para producir un efecto, aunque no lo produce de presente, frecuentemente en oposición a efectivo o real.

2. Implícito, tácito.

3. Fís. Que tiene existencia aparente y no real.

4. Inform. Que está ubicado o tiene lugar en línea, generalmente a través de internet

A su vez, ahí se define “realidad virtual” como “representación de escenas o imágenes de objetos producida por un sistema informático, que da la sensación de su existencia real”.

 

Sin oposición a tales definiciones, en nuestro filocafé acordamos definir la realidad virtual como herramienta que permite el acceso a un campo de interacción en que destaca la mediación de tecnología, el estar presente pero no de frente, es decir, no de forma inmediata, sino mediata (a través de herramientas).

 

Una vez explicitado qué entendemos aquí por realidad virtual, abordamos la intención por definir qué es lo real, qué es la realidad. Igualmente, en el DRAE encontramos que “real” significa lo que tiene existencia objetiva; en tanto que “realidad” es definida como:

1. Existencia real y efectiva de algo.

2. Verdad, lo que ocurre verdaderamente.

3. Lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición con lo fantástico e ilusorio.

 

Llegados a este punto, cuestionamos desde la filosofía qué es lo real. En primera instancia hablar de lo real, de la realidad implica abordar la relación entre un “yo” y lo que es “no-yo”, un “yo” y lo “otro”. En otras palabras, la relación sujeto-objeto caracterizada principalmente por los rasgos de coexistencia y trascendencia. Coexistencia significa que existen simultáneamente, a la vez; y, trascendencia que ninguno anula al otro, que en la relación que entablan ambos continúan siendo lo que son. Sin embargo, en el caso del sujeto sí hay algo que cambia en su interior a partir del contacto, de la relación con el objeto: se forma en su conciencia una idea o concepto, una imagen o representación. Con base en el contacto con el objeto surge el conocimiento en la conciencia del sujeto.

 

De este modo, el conocimiento sería la simplificación o síntesis mental de una pluralidad de objetos y puede ser estudiado desde tres puntos de vista:

a) Psicológico.- Como fenómeno de conciencia o fenómeno psíquico. Desde el punto de vista del sujeto.

b) Ontológico.- El objeto como partícipe del Ser. Desde el punto de vista del objeto.

c) Lógico.- Desde la representación que se produce en el sujeto. Desde los conceptos y las relaciones entre estos.

Aunado a lo anterior, la filosofía plantea problemas sobre el conocimiento, como su origen, tipología y límites, entre otros. De los cuales atañe a nuestro tema el primero de ellos: cuál es el origen del conocimiento.

 

Grosso modo hay dos respuestas fundamentales: la razón; y, la experiencia. La escuela filosófica que afirma que el origen del conocimiento es la razón, es nombrada “racionalismo”. Mientras que los filósofos que afirman que el origen es la experiencia, pertenecen al llamado “empirismo”. Dentro del racionalismo, la figura central es René Descartes; de acuerdo con él la razón humana posee en sí la capacidad para (re)conocer la realidad; dentro de la substancia pensante (la mente humana) hay tres tipos de ideas (adventicias, las que provienen de los sentidos; ficticias, producto de la imaginación; e, innatas, las ideas geométricas) con fundamento en las cuales conocemos la realidad, lo real. Por su parte, en el empirismo, destacan los filósofos John Locke, George Berkeley y David Hume. Locke sostiene que las ideas son sensaciones transformadas en imágenes; Berkeley afirma que sólo existen las ideas; el mundo en sí no existe, el mundo objetivo es sólo en tanto que es percibido como idea; y, Hume, en el extremo del nihilismo, asevera que no existen el objeto ni el sujeto, todo es apariencia o fenómeno psíquico. 

 

Sin duda en lo anterior podríamos haber detallado, profundizado. Aunque en este momento, enfocándonos en el tema de nuestra reunión –qué tan real es la realidad virtual nos quedamos por ahora con un solo elemento: lo real, la realidad implica la relación entre sujeto y objeto, yo y el mundo. Ahora bien, esta relación se da, se desenvuelve en las coordenadas de espacio y tiempo, que innegable y actualmente se ven trastocadas por la tecnología, particularmente por los medios de comunicación telemáticos (aplicaciones de las técnicas de telecomunicación y de la informática a la transmisión de información computarizada). De manera que nuestra noción, concepción y vivencia de lo real se está modificando.

 

En el presente, con los medios de comunicación propios de la realidad virtual la distancia espacial y temporal disminuye tanto, que prácticamente no existe. Podemos comunicarnos en cuestión de segundos o menos con personas que físicamente se ubican a miles de kilómetros. En ese sentido podría decirse que vivimos en la inmediatez. No obstante es igualmente acertado afirmar que vivimos en la mediatez si consideramos que entre nosotros y aquellos con quienes nos comunicamos al otro lado del mundo, sin importar la distancia espacial y temporal, median, fungen como intermediarios aparatos, dispositivos tecnológicos.

 

Por último, compartimos algunas de las ideas expresadas al final de nuestro filocafé: en la realidad virtual se da una simulación de condiciones y situaciones “reales”; interactuamos no sólo con personas sino con máquinas –pensamos en la inteligencia artificial, aunque también podríamos incluir en esto herramientas o tecnología básica como son los libros, quizá la diferencia entre interactuar con una persona y con una máquina consista en que en el primer caso, nos relacionamos con un igual, se trata de una interrelación en que es posible la reciprocidad, mientras que con una máquina nada de ello es posible porque se trata de una creación humana, no de un igual.

 

Lo cierto es que en la realidad virtual surgen emociones, sensaciones, sentimientos e ideas, pensamientos, incluso es posible entablar relaciones interpersonales. De manera que a la pregunta, ¿Qué tan real es la realidad virtual?, la mejor respuesta que encontramos, al menos por ahora, es: tan real como tú quieras, como tú decidas. Sin olvidar que vivimos en colectividad, dentro de un marco colectivo, de manera que es importante lo que tus “mediatos”, quienes están presentes de frente, afirmen percibir igual que tú. Es importante que lo que yo reconozco como real, los otros lo (re)conozcan como yo. La realidad virtual es muy real y también, muy limitada. 




 

 

 

 

sábado, 6 de noviembre de 2021

El deseo, ¿motor de nuestra existencia? - Filocafé #5

 

El deseo, ¿motor de nuestra existencia?

Con la intención de responder a la pregunta plateada se muestra inminente definir primero qué entendemos por deseo, si existen o no varios tipos de deseo y en su caso, determinar bajo qué criterio elegiremos entre ellos.


Qué es el deseo

La pasión del deseo es una agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a querer para el porvenir cosas que se representan como convenientes para ella

(René Descartes, 1596-1650) 

El deseo […] es la ansiedad que un hombre halla en sí a causa de la ausencia de algo cuyo presente goce lleva consigo la idea de deleite. 

(John Locke, 1632-1704) 

El deseo […] es el apetito acompañado por la conciencia de sí mismo. 

(Baruch Spinoza, 1632-1677) 

La conciencia de sí mismo es el estado de deseo en general. 

(G.W.F. Hegel, 1770-1831) 

Pocas veces pensamos en lo que tenemos, pero siempre en lo que nos falta. 

(Arthur Schopenhauer, 1788-1860)

 

Para definir qué entendemos por deseo nos apoyamos en las frases anteriores buscando puntos en común. Así, encontramos que el deseo implica: ausencia, conveniencia y conciencia. De momento concluimos que el deseo es una fuerza inagotable que puede, impulsa, motiva, mueve… El deseo es un anhelo que da fuerza.


Qué tipos de deseo hay

De acuerdo con Platón hay deseos necesarios e innecesarios; el deseo siempre es opuesto a la razón, aunque puede existir un deseo que corresponda al alma. Entre tanto Aristóteles distingue entre deseos irracionales y deseos deliberados, es decir, los que expresan una elección o preferencia. En general, en la Grecia Antigua, se comprende al deseo como una perturbación o pasión del alma que obstaculiza a la razón. Ya en la Edad Media, Santo Tomás de Aquino diferencia entre deseos sensibles y deseos racionales; asimismo, define al deseo como la aspiración humana a un bien que no se posee, que sea bueno o malo depende del objeto al cual está dirigido. A esto último quien aquí escribe agregaría que la bondad o maldad del deseo depende igualmente de los medios empleados para obtener el objeto deseado.

 



Ahora bien, en nuestro filocafé retomamos especialmente la clasificación del deseo realizada por los epicureístas:

 

Clasificación de los deseos en el Epicureísmo

Naturales y necesarios

Eliminan el dolor, satisfacen necesidades básicas

Ejemplo: comer cuando tienes hambre

Naturales no necesarios

Colorean el placer, pero no extirpan el dolor. Se trata de preocupaciones que surgen por la vanidad y el lujo.

Ejemplo: comer alimentos gourmet

Ni naturales ni necesarios

Se originan a causa de opiniones o juicios desmedidos.

Ejemplo: comer en un restaurante de moda

 

Cómo elegir los deseos

Con relación a este punto nos avocamos a dos escuelas helenísticas de filosofía, epicureísmo y estoicismo. En la perspectiva del primero, habremos de elegir entre deseos con base en el “principio de corporeidad”: partiendo de la premisa de que el cuerpo es fuente de vida y base para edificar el bienestar, se deben satisfacer deseos, elegir placeres, supeditados a la salud del cuerpo y la serenidad del alma. En otras palabras, la elección entre deseos –placeres–  debe ser racional y prudente. Es necesario saber elegir para alcanzar la ataraxia, la imperturbabilidad ante el mundo, la sociedad.

El estoicismo parte de la afirmación de que todo ser se comporta conforme a sus tendencias naturales. De esta forma, en su calidad de animal, el ser humano presenta como tendencia natural conservar la vida, mientras que como ser racional, su tendencia natural es conocer la verdad y vivir de acuerdo con la razón. A su vez, en consonancia con el epicureísmo, los filósofos estoicos promulgan el gobierno de la razón sobre las pasiones –al cual identifican con la eudemonía, la felicidad– y consideran como máxima aspiración del ser humano, la ataraxia, que consiste en permanecer indiferente ante las pasiones y bienes externos.

Visto así, siguiendo la filosofía del epicureísmo, la función de la filosofía es liberar el alma de dolores y pasiones para que consiga la felicidad. Los placeres sólo consisten en la satisfacción de necesidades elementales, aunque con moderación. Nuestra máxima aspiración ética será la tranquila indiferencia, la ataraxia;