El deseo, ¿motor de nuestra existencia?
Con la intención de responder a la pregunta plateada se muestra inminente definir primero qué entendemos por deseo, si existen o no varios tipos de deseo y en su caso, determinar bajo qué criterio elegiremos entre ellos.
Qué es el deseo
La pasión del deseo es una agitación del alma causada por los espíritus que la disponen a querer para el porvenir cosas que se representan como convenientes para ella.
(René Descartes, 1596-1650)
El deseo […] es la ansiedad que un hombre halla en sí a causa de la ausencia de algo cuyo presente goce lleva consigo la idea de deleite.
(John Locke, 1632-1704)
El deseo […] es el apetito acompañado por la conciencia de sí mismo.
(Baruch Spinoza, 1632-1677)
La conciencia de sí mismo es el estado de deseo en general.
(G.W.F. Hegel, 1770-1831)
Pocas veces pensamos en lo que tenemos, pero siempre en lo que nos falta.
(Arthur
Schopenhauer, 1788-1860)
Para definir qué entendemos por deseo nos apoyamos en las frases anteriores buscando puntos en común. Así, encontramos que el deseo implica: ausencia, conveniencia y conciencia. De momento concluimos que el deseo es una fuerza inagotable que puede, impulsa, motiva, mueve… El deseo es un anhelo que da fuerza.
Qué tipos de deseo hay
De acuerdo con Platón hay deseos necesarios e innecesarios; el deseo siempre es opuesto a la razón, aunque puede existir un deseo que corresponda al alma. Entre tanto Aristóteles distingue entre deseos irracionales y deseos deliberados, es decir, los que expresan una elección o preferencia. En general, en la Grecia Antigua, se comprende al deseo como una perturbación o pasión del alma que obstaculiza a la razón. Ya en la Edad Media, Santo Tomás de Aquino diferencia entre deseos sensibles y deseos racionales; asimismo, define al deseo como la aspiración humana a un bien que no se posee, que sea bueno o malo depende del objeto al cual está dirigido. A esto último quien aquí escribe agregaría que la bondad o maldad del deseo depende igualmente de los medios empleados para obtener el objeto deseado.
Ahora
bien, en nuestro filocafé retomamos especialmente la clasificación del deseo
realizada por los epicureístas:
Clasificación de los deseos en el
Epicureísmo |
||
Naturales
y necesarios |
Eliminan
el dolor, satisfacen necesidades básicas |
Ejemplo:
comer cuando tienes hambre |
Naturales
no necesarios |
Colorean
el placer, pero no extirpan el dolor. Se trata de preocupaciones que surgen
por la vanidad y el lujo. |
Ejemplo:
comer alimentos gourmet |
Ni
naturales ni necesarios |
Se
originan a causa de opiniones o juicios desmedidos. |
Ejemplo:
comer en un restaurante de moda |
Cómo elegir los deseos
Con relación a este punto nos avocamos a dos escuelas helenísticas de filosofía, epicureísmo y estoicismo. En la perspectiva del primero, habremos de elegir entre deseos con base en el “principio de corporeidad”: partiendo de la premisa de que el cuerpo es fuente de vida y base para edificar el bienestar, se deben satisfacer deseos, elegir placeres, supeditados a la salud del cuerpo y la serenidad del alma. En otras palabras, la elección entre deseos –placeres– debe ser racional y prudente. Es necesario saber elegir para alcanzar la ataraxia, la imperturbabilidad ante el mundo, la sociedad.
El estoicismo parte de la afirmación de que todo ser se comporta conforme a sus tendencias naturales. De esta forma, en su calidad de animal, el ser humano presenta como tendencia natural conservar la vida, mientras que como ser racional, su tendencia natural es conocer la verdad y vivir de acuerdo con la razón. A su vez, en consonancia con el epicureísmo, los filósofos estoicos promulgan el gobierno de la razón sobre las pasiones –al cual identifican con la eudemonía, la felicidad– y consideran como máxima aspiración del ser humano, la ataraxia, que consiste en permanecer indiferente ante las pasiones y bienes externos.
Visto así, siguiendo la filosofía del epicureísmo, la función de la filosofía es liberar el alma de dolores y pasiones para que consiga la felicidad. Los placeres sólo consisten en la satisfacción de necesidades elementales, aunque con moderación. Nuestra máxima aspiración ética será la tranquila indiferencia, la ataraxia;
Creo que aveces se llega ala tranqjuila indiferencia en la tercera edad.
ResponderBorrarEs muy probable y visto así, la tercera edad parece una época muy bella de la vida.
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