martes, 30 de noviembre de 2021

Reseña del libro ¡Pa´ las que sea parce! Límites y alcances de la sicaresca como categoría estética

 

¡Pa´ las que sea, parce!
Cuando la literatura es filosofía y un género literario 
reflexiona sobre la condición humana

 



La literatura es una mentira que algunas veces muestra la verdad. De la mano de la filosofía, el arte de las letras puede constituir una forma de análisis y crítica, ¿para la comprensión y transformación de la realidad?

Estamos y vivimos en la Colombia contemporánea, somos y formamos parte de la sociedad y cultura colombiana de finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Cuando otros nos escuchan decir esto, Colombia en la época mencionada, suele invadir su mente una sola idea: violencia. No piensan, o al menos no inmediatamente, en la biodiversidad que hace de este país sudamericano parte del Grupo de Países Megadiversos Afines[1]; tampoco recuerdan la relación de Colombia con Simón Bolívar y la creación de la república de la Gran Colombia[2]; pocos conocerán que el reconocido artista Fernando Botero (“el que pinta gorditos”) nació en Medellín y creció dentro de la llamada cultura paisa[3]; igualmente pocos sabrán que el origen de la cumbia y el vallenato es la tierra colombiana[4]. Es grande la riqueza cultural de Colombia, podrían mencionarse muchos ejemplos más; sin embargo, la violencia es asunto recurrente al hablar sobre dicho país.

Así, uno de los tópicos más abordados en la literatura colombiana actual y tema central de su novela urbana, es la violencia. No la violencia relacionada con el conflicto armado interno, la guerra rural que conlleva una ideología política, sino la violencia que es resultado del narcotráfico y sus derivados –carteles, bombas, fiestas, cárceles, zoológicos y mujeres– (Van der Linde, 2014). De manera que dicha novela urbana se avoca a la narcoestética, entendida como una forma de aprehender la realidad caracterizada por lo rimbombante:

 

Lo narco no es sólo un tráfico o un negocio; es también una estética, que cruza y se imbrica con la cultura y la historia de Colombia y que hoy se manifiesta en la música, en la televisión, en el lenguaje y en la arquitectura. Hay una narcoestética ostentosa, exagerada, grandilocuente, de autos caros, siliconas y fincas, en la que las mujeres hermosas se mezclan con la virgen y con la madre. (Rincón, Omar en Lucía Elena Acosta Ugalde, 2014, p. 110)


Cabe decir que la narcoestética se asocia por un lado con la “carrera profesional” de los capos a través de líneas de negocio como tráfico de drogas ilegales, prostitución, captación ilegal de dinero (negocios piramidales), lavado de dinero y la empresa de la muerte, es decir, el sicariato. Por otro lado, aunque correlativamente, la narcoestética responde a demandas estéticas y sociales que le asocian con las ideas de progreso, bienestar y éxito dentro del marco capitalista.

Es el deseo de consumo el motor que impulsa hacia la adquisición de bienes materiales (comida, joyas, autos y motos, mansiones, etc.) y bienes simbólicos (pertenecer al selecto grupo de los poderosos o ser el asesino más temido y respetado, por ejemplo). Se trata de necesidades impuestas por los modos de producción propios del capitalismo y el medio citadino. La cuestión es que este deseo en la mente y espíritu del pobre que anhela con toda su fuerza ser rico, llega a ser tan intenso y extremo que sin pensar está dispuesto a trastocar el modelo mismo. Consecuentemente el objeto de deseo es descartable y reemplazable.

El sicario, escribe Van der Linde, es un cuerpo que fluye en la ciudad. La fluidez representa un valor sustancial en la vida del sicario que es poetizada por el consumo inmediato, la errancia y las relaciones de afiliación débiles. No es casual que esta forma de aprehender la realidad, de ser, estar y hacer en el mundo haya surgido en la época en que las metrópolis se consolidaron como megaprograma civilizatorio que contradictoriamente conduce a su propia crisis: vaciamiento de los grandes relatos pasando por la ruptura, abyección y desesperanza. (Van der Linde, 2014)                                                                                                                                      

Desde esta perspectiva, en la relación que se entabla entre la literatura y la realidad se abre la posibilidad de reflexionar sobre la condición humana al menos en dos aspectos: sociedad y lenguaje. En cuanto a la primera, a través de la actual novela urbana colombiana, es posible aproximarse a la realidad social en la arista del marginado, así como a la escena urbana en que la muerte es celebración de un tipo de vida abyecto; igualmente se concientiza sobre la narcoestética como parte de la cotidianidad de la sociedad. Ya en el terreno del lenguaje, se presenta el habla de las barriadas como parte de vivir la ciudad y como una forma conflictiva de estar en el mundo; a su vez, se percibe en este género de novela el agotamiento de los significados y la reconfiguración de conceptos que implican solidez y estabilidad, como la identidad y el amor.

Respecto a esto último, el agotamiento de significados y la reconfiguración de conceptos, conviene detallar. Conceptos concernientes a procesos morales y legales de la acusación y el indulto pierden su sentido tradicional: víctima y victimario dejan de ser categorías fijas y se convierten en valores relacionales; ahora el delincuente, el sicario se torna víctima y el lector deviene en victimario por la experiencia y expresión del trauma, el dolor, la culpa y el perdón. (Lander, María Fernanda en Carlos-Germán van der Linde, 2014, p. 16) Lo cual es particularmente importante porque da pie a la ausencia de arrepentimiento, a la inexistencia de remordimiento en el criminal, dado que ya no es culpable, sino víctima de la sociedad. Visto a profundidad y en primera instancia lo que encontramos aquí es el cuestionamiento de los razonamientos morales y éticos de la sociedad contemporánea.

Con base en lo anterior la propuesta y objetivo central del libro editado por Van der Linde consiste en “[…] intentar elevar el neologismo sicaresca a categoría analítica de orden estético.” (Van der Linde, 2014, p. 19) En consecución de ello, la obra ¡Pa´ las que sea, parce! Límites y alcances de la sicaresca como categoría estética, se integra por los siguientes trabajos:

* Picaresca escrita con “s” inicial. Historia literaria de un neologismo, escrito por Carlos-Germán    van der Linde; que discute sobre el término sicaresca, particularmente su origen y su relación con la picaresca. 

* Oscilaciones de los relatos colombianos sobre sicarios. Entre la desesperanza y la abyección, aportación de Alexander Castañeda Santoyo; análisis del personaje central, el sicario, que funge como antihéroe.

Cotidianidades y caminantes en la ciudad sicaresca, autoría de Ángela Cifuentes Avellaneda; estudio dedicado al escenario, la ciudad.

Amor líquido en la sicaresca: entre el deseo y la añoranza, trabajo realizado por Raúl Alexander Murcia; que profundiza en las relaciones sicarescas.

El libro aquí reseñado concluye con un Addendum, redactado por todos sus autores, en que se sintetizan los argumentos a favor del reconocimiento de la sicaresca como categoría analítica de orden estético.

 

Karla Portela Ramírez

Colombia, diciembre de 2021

 

 

Referencias

Acosta Ugalde, Lucía Elena. (2014). Narcoestética: la estética de la acumulación. Revista Multidisciplina, Núm. 19, 108-124. Recuperado en 29 de noviembre de 2021, de http://revistas.unam.mx/index.php/multidisciplina/article/viewFile/53084/47221#:~:text=Se%20trata%20de%20una%20est%C3%A9tica,mundo%2C%20para%20representar%20y%20representarse.

Van der Linde, C. (Ed.). (2014). ¡Pa´ las que sea parce! Límites y alcances de la sicaresca como categoría estética. Ediciones Unisalle.

 



[1] Los países megadiversos son aquellos que albergan el mayor índice de biodiversidad de la Tierra. Al respecto, en la página electrónica Biodiversidad mexicana, se lee explica que: “El primer mapa de países megadiversos se atribuye a World Wildlife Fund e incluyó a seis países: México, Colombia, Brasil, Zaire, Madagascar e Indonesia (citado en Mittermeier 1988). En esos años (1987) Russell Mittermeier, promotor del concepto, creó la organización Conservation International, y siguió impulsando el concepto. En el primer análisis se incluyeron 12 países megadiversos: México, Colombia, Ecuador, Perú, Brasil, Congo, Madagascar, China, India, Malasia, Indonesia y Australia. Más adelante la lista subió a 17 países, añadiendo a Papúa Nueva Guinea, Sudáfrica, Estados Unidos, Filipinas y Venezuela. En 2002 se creó el grupo de Países Megadiversos Afines (LMMC, por siglas en inglés) en Cancún, México, en donde se incluyen Guatemala, Costa Rica, Kenia, Etiopía e Irán.” Biodiversidad mexicana

https://www.biodiversidad.gob.mx/pais/quees

[2] “La «Gran Colombia» fue el nombre que le atribuyeron los historiadores del siglo XX a la vasta república que existió entre 1819 y 1831, para distinguirla de la actual Colombia; la cual recibió este nombre tan solo a partir de 1863, cuando se denominó al país como Estados Unidos de Colombia. La grandeza y originalidad de esta efímera república suramericana debe conmemorarse tanto, como las batallas libradas por sus líderes y militares; así como darle un lugar preponderante en la historia política de Venezuela, Colombia, Ecuador y Panamá, las cuales hicieron parte de este primer proyecto republicano, mediante el cual se consolidaron sus independencias y se crearon las primeras instituciones políticas sobre las que reposan estas repúblicas hasta el día de hoy.” Archivo de Bogotá. Secretaría General – Alcaldía Mayor de Bogotá,

https://archivobogota.secretariageneral.gov.co/noticias/la-creacion-la-gran-colombia-tras-la-victoria-boyaca

[3]Hablar de la cultura Paisa es hablar de Antioquia la grande, un pueblo colombiano descendiente de indígenas, españoles y africanos. Estando formada por seis departamentos: Antioquia, Caldas, Risaralda, Quindío, porciones del Valle del Cauca y Tolima, es conocida como el eje cafetero. No necesariamente todas las zonas de estos departamentos poseen una cultura Paisa, pero si, las siguientes capitales: Medellín, la ciudad de la eterna primavera, capital de Antioquia; Manizales, la cuidad de las puertas abiertas, capital de Caldas; Pereira, llamada la querendona, trasnochadora y morena, capital de Risaralda; y, Armenia, ciudad milagro, capital de Quindío. Para los colombianos, la cultura Paisa forma parte de su patrimonio que engloba hasta una forma de ser. Las tradiciones y la singular manera de hablar de los paisas, constituyen un rasgo que los identifica. Así encontramos que el paisa ataviado normalmente de un carriel, ruana y sombrero blanco posee virtudes de negociante, caminante, trovador, supersticioso, religioso y arraigado a sus tradiciones. Su estilo de hablar se determina por el uso de la palabra vos, un seseo en la pronunciación y expresiones típicas como ¡pues!dizque¿quiubo?oigan a éstemijo.” Cultura10.Org

https://www.cultura10.org/paisa/

[4] Véase: 10 datos para conocer la cumbia colombiana,

No hay comentarios.:

Publicar un comentario