domingo, 31 de mayo de 2015

Trabajar  (primera de tres partes)  







¿Qué es trabajar? ¿En qué consiste el trabajo?

Busco en la versión actualizada y aumentada el diccionario filosófico de N. Abbagnano, encuentro:

“La actividad dirigida a utilizar las cosas naturales o a modificar el ambiente con el fin de satisfacer las necesidades humanas.”

Concepto que, siguiendo el mismo texto, implica:
1) dependencia del hombre, en cuanto a su vida y a sus intereses, de la naturaleza, lo que constituye la necesidad
2) reacción activa a esta dependencia, constituida por operaciones más o menos complejas dirigidas a la elaboración o a la utilización de los elementos naturales
3) grado más o menos alto de esfuerzo, pena o fatiga, que constituye el costo humano del trabajo

(Hasta aquí nada se menciona sobre “el pago”, “la remuneración monetaria” que suponemos siempre corresponde al trabajo…)

Enseguida se desprende de la tercera implicación, me refiero al último aspecto mencionado: “esfuerzo-pena-fatiga”, la concepción del trabajo, del acto de trabajar como condena, castigo, pesada y lastimosa obligación…






miércoles, 20 de mayo de 2015

la verdad es "perspectivística"

La verdad no es absoluta-objetiva ni relativa-subjetiva, 
ES PERSPECTIVÍSTICA


Me gusta leer porque al hacerlo encuentro en voz de otros las palabras exactas que describen lo que vivo, lo que pienso y siento; pero más aún me gusta la lectura porque a través de ella conozco a personas que confirman mis pensamientos, otras que me cuestionan y retan a que fundamente mis aseveraciones, y unas más que iluminan para mí senderos que yo ni siquiera imaginaba.

Al leer, de una u otra forma se establece una conversación entre el autor y sus amables lectores; diálogo que la mayor parte de las veces se queda “en la mente”, en el interior de uno como lector, pero que en esta ocasión decido externar. Es así que justo ahora escribo como ejercicio de una lectura-diálogo, específicamente en interlocución con un texto que agradablemente descubrí en el No. 97 de “Elementos”, titulado: ¿Es la realidad objetiva o relativa?, por Sergio Antonio Salazar Lozano. 

Paralelamente sirva esto también para explicitar qué hace la filosofía, de manera está presente en nuestras vidas, por qué sí es útil. Con lo que de una u otra manera integro a nuestra plática un artículo más de la misma revista: “La cercanía del mundo. Reflexiones sobre el decir filosófico”, por Ángel Xolocotzi Yáñez, quien en los primeros párrafos refiere la imagen generalizada sobre la filosofía como algo “… que no sirve para nada y que solo se trata de puro <rollo>.” (Xolocotzi Yáñez, A.: 2015, pp. 15); imagen que es resultado de la incomprensión del decir filosófico, aunada esta al cuestionamiento sobre la utilidad de la filosofía, su pertinencia.    


Problematización del conocimiento (la filosofía analiza)

El conocimiento que tenemos de las cosas, del mundo, del universo o de la realidad, como quiera que se le llame, supone siempre la relación entre sujeto y objeto, quien intenta comprender y lo que este intenta comprender, sujeto cognoscente y objeto por conocer. Relación que los filósofos han problematizado a través de la historia en torno a distintas cuestiones, entre ellas: la posibilidad del conocimiento, ¿realmente puede el sujeto conocer al objeto, aprehender su esencia?; su origen, ¿cuál es la fuente del conocimiento, la razón o la experiencia?; esencia del conocimiento, ¿es el sujeto el que determina al objeto o al revés?; formas del conocimiento, ¿cuál es la diferencia entre conocimiento discursivo e intuitivo?; conocimiento verdadero, ¿qué debemos entender por verdad y cuáles son sus criterios?

A su vez tales cuestiones han sido estudiadas desde tres puntos de vista: ontológico, si se estudia el conocimiento desde el objeto; psicológico, cuando se le aborda desde el sujeto, en tanto que se considera al conocimiento como un fenómeno de conciencia o fenómeno psíquico, y; lógico, si el conocimiento es analizado desde la imagen o representación del objeto que se produce en el sujeto cuando la inteligencia se proyecta sobre el objeto, esto es, a partir de las ideas o conceptos.

De tal suerte que analizar detenidamente el fenómeno del conocimiento se convertiría en estudio aparte, además no es este el objetivo de mi escrito, por lo que al respecto solo menciono  que el debate entre la objetividad o relatividad de la realidad, corresponde a la primera de las cuestiones antes planteadas, a saber, la posibilidad del conocimiento; donde si se adopta el punto de vista ontológico, se trata entonces del “racionalismo”, doctrina filosófica que a la pregunta ¿realmente puede el sujeto conocer al objeto, aprehender su esencia?, responde: es posible conocer las cosas en su ser verdadero, en sí, en su esencia; el sujeto es capaz de aprehender al objeto directamente, sin deformaciones, conocer la realidad tal cual es, a través de la razón, órgano determinado para el conocimiento, respuesta que se vincula con el “dogmatismo”; ahora bien, si se adopta el punto de vista psicológico, se cae en el “escepticismo” postura de la doctrina filosófica conocida como “empirismo”, que niega la posibilidad del conocimiento verdadero al afirmar que el sujeto no puede aprehender al objeto, que no hay saber firme ni opinión absolutamente segura porque en todo momento el conocimiento está influido por la naturaleza del sujeto, los órganos del conocimiento (inteligencia y/o sentidos) y por las circunstancias exteriores (tiempo, lugar y ambiente).


Posibilidad del conocimiento
¿realmente puede el sujeto conocer al objeto, aprehender su esencia?
Doctrina filosófica
Punto de vista
Respuesta
Racionalismo
Ontológico
Dogmatismo
Es posible conocer las cosas en su ser verdadero, en sí, en su esencia; el sujeto es capaz de aprehender al objeto directamente, sin deformaciones, conocer la realidad tal cual es, a través de la razón, órgano determinado para el conocimiento.
Empirismo
Psicológico
Escepticismo
No es posible el conocimiento verdadero. El sujeto no puede aprehender al objeto, no hay saber firme ni opinión absolutamente segura porque en todo momento el conocimiento está influido por la naturaleza del sujeto, los órganos del conocimiento (inteligencia y/o sentidos) y por las circunstancias exteriores (tiempo, lugar y ambiente).


Acorde con lo anterior la defensa de la verdad objetiva o absoluta corresponde al racionalismo, en tanto que su oposición, la verdad subjetiva o relativa, se identifica con el empirismo.


Verdad perspectivística (la filosofía propone)

Debo aclarar que la discusión entre verdad absoluta y relativa, en otros términos conocimiento objetivo de la realidad y conocimiento subjetivo de la misma,  en cierto sentido es cosa ya del pasado, porque aun cuando tuvo auge en la modernidad -e indiscutiblemente predominó el racionalismo- hoy día y para muchos -entre quienes me encuentro- ha sido superada con la propuesta del filósofo español José Ortega y Gasset: la verdad parcial o perspectivística.

Teoría filosófica basada en las siguientes premisas:
- el punto de vista correcto para analizar la verdad, el conocimiento que tenemos de la realidad,  no es el ontológico (desde el objeto) ni el psicológico (desde el sujeto), debido a que el fenómeno del conocimiento tiene lugar siempre en la existencia  simultánea de ambos, por lo que cabe afirmar que  el fundamento del conocimiento no es unilateral (exclusivamente en el objeto o en el sujeto) sino correlacional
- es decir que sujeto y objeto coexisten, integran una y la misma realidad, el sujeto no puede desligarse, menos aún separarse, de su mundo circundante; “Vivir, existir, no es estar solo, sino al revés, no poder estar solo consigo, sino hallarse cercado, inseguro y prisionero de otra cosa misteriosa, heterogénea, la circunstancia, el Universo.” (Ortega y Gasset: 1988, pp. 472)
- existe el sujeto inseparablemente del objeto, y viceversa; de este modo, cobro consciencia de mi “yo” por lo que es el “no yo”, me “doy cuenta de mí” por las cosas que me rodean, “Por tanto: la verdad radical es la coexistencia de mí con el mundo. Existir es primordialmente coexistir -es ver yo algo que no soy yo, amar yo a otro ser, sufrir yo de las cosas.” (Ortega y Gasset: 2012, pp. 122)

Sintetizando, se trata de una interdependencia entre sujeto y objeto, de una correlación, coexistencia entre ambos a partir de la cual es posible afirmar que “yo soy yo y las cosas”, “yo soy yo y mi circunstancia”, esta la auténtica realidad del hombre, afirma Ortega y Gasset: siempre en correlación con los objetos, con el mundo que le rodea.

Ahora bien, desde este punto de vista en que sujeto y objeto coexisten, son interdependientes, el racionalismo en su consideración de la verdad absoluta se equivoca porque al afirmar que el hombre es de naturaleza racional y que es mediante sus actividades intelectuales que descubre las esencias universales e inmutables de las cosas, o sea la verdad absoluta, olvida la vida real y concreta en que el individuo humano es igualmente, además de racional, emotivo y con voluntad; el racionalismo no contempla que el hombre conoce en virtud de la razón tanto como de la emoción y la voluntad, correspondiendo a estas tres facultades la misma valía; del mismo modo el empirismo que aboga por la verdad relativa yerra en la aseveración de que el hombre, único sujeto de pensamiento, es siempre singular y concreto, que cada cual posee su verdad y nunca existirán verdades universales, válidas para todos los individuos, sino únicamente verdades relativas.

Pero, si la verdad no es absoluta y tampoco existen verdades relativas, ¿de qué manera entonces debemos considerar el conocimiento de la realidad, cómo es la verdad?

Hay más de dos opciones, en este caso, racionalismo, relativismo; la balanza no tiene porque inclinarse hacia uno de los extremos, siempre está la posibilidad del equilibrio, una tercera opción, otra forma de comprender e interpretar el mundo, de concebir el conocimiento sobre la realidad, la verdad: REALIDAD, CONOCIMIENTO Y VERDAD SON PERSPECTIVÍSTICOS; la realidad se presenta en múltiples aspectos, cada ser humano conoce desde una cierta circunstancia, por ende cada quien conoce una parte de la realidad, posee una parte de la verdad; la verdad es parcial, no completa, es histórica, circunstancial, perspectivística.

Dicho por Ortega y Gasset: “La verdad, lo real, el universo, la vida –como queráis llamarlo- se quiebra en facetas innumerables, en vertientes sin cuento, cada una de las cuales da hacia un individuo… Y viceversa: cada hombre tiene una visión de verdad. Donde está mi pupila no está otra: lo que de la realidad ve mi pupila no lo ve otra. Somos insustituibles, somos necesarios. ‘Solo entre todos los hombres llega a ser vivido lo humano’.” (Ortega y Gasset: 1988, pp. 18 y 19)

Probablemente no queda claro, esta verdad perspectivística, esta verdad parcial no parece diferenciarse de la verdad relativa. Lo explico en otros términos: en su ser y estar en el mundo, el hombre se ve obligado a satisfacer necesidades y resolver problemas que implica la propia existencia; innegablemente, de acuerdo con Ortega y Gasset, estamos como “arrojados” a la vida, no elegimos vivir en el mundo y tampoco escogimos la circunstancia en que vivimos, así, en cierto sentido estamos determinados, no obstante tenemos libertad, podemos decidir, elegir entre múltiples posibilidades, distintas formas de satisfacer nuestras necesidades y resolver los problemas que se nos presentan; situación que exige nuestro esfuerzo cognoscitivo. De esta forma, la razón se esfuerza por conocer y adaptarse a la realidad, por comprender la totalidad; el ser humano se esfuerza por conocer la verdad de sí y del mundo que le rodea -esto explica el surgimiento de la filosofía y las ciencias-, constantemente el hombre vive el impulso por comprenderse a sí mismo y a las cosas que le acompañan.

Consecuentemente, dirán algunos, si la vida de cada persona, es singular, concreta y única, si cada uno de nosotros inseparablemente es, existe, vive, convive con una determinada circunstancia, entonces el conocimiento que cada quien tenga sobre la realidad, la comprensión que cada quien logre sobre la totalidad, será única y exclusivamente sobre “su realidad”, “su totalidad”, será entonces “su verdad”, será una verdad relativa, la relativa a él y a su circunstancia.

No es así, objetaría Ortega y Gasset, falta algo por decir: mi circunstancia se incluye en otra más amplia, y esta en otra aún mayor, y así sucesivamente hasta integrar lo que llamamos Mundo o Universo. Es decir, lo que llamamos totalidad, Uni-verso, a lo que corresponde el conocimiento de la verdad absoluta, se constituye de partes, de Multi-versos, y les corresponde el conocimiento de la verdad parcial, la verdad perspectivística. No sucede que cada uno de nosotros tenga “su verdad”, sino “una parte”, “una perspectiva” de la verdad, de tal suerte que al incluir mi circunstancia, la verdad parcial que yo conozco, en una circunstancia, en una verdad parcial, mayores, y continuando así de manera sucesiva, llegará un punto en el que unidas integradas todas nuestras circunstancias, todas las verdades parciales que conocemos, alcanzaremos la totalidad, la integración del Universo, el conocimiento de la realidad, la comprensión de la totalidad.


Formas de concebir la verdad
Absoluta
Relativa
Existe una totalidad, un Universo, una sola verdad. A cada individuo es asequible el conocimiento de la verdad.
Existe la multiplicidad, múltiples universos, y por tanto, múltiples verdades. Cada individuo conoce, tiene, su verdad.
Punto de equilibrio: verdad parcial o perspectivística
Existe una totalidad integrada, constituida por la multiplicidad, un Universo conformado por Multi-versos.
La verdad se integra, se forma de partes, de verdades parciales. Cada individuo posee una parte de la verdad, una verdad parcial, que al integrarla, al unirla con las verdades parciales de los otros,
accede al conocimiento de la realidad, a la comprensión de la totalidad.


Algunas puntualizaciones que derivan de esta filosofía: “el perspectivismo”

Continúo con mi ejercicio lectura-diálogo-escritura: en el propio texto referido, “¿Es la realidad objetiva o relativa?”, encuentro un argumento y dos claros ejemplos que fuerzan “el perspectivismo”:

Sobre el argumento cito: “Aunque en problemas altamente complejos conocer la realidad de manera objetiva pueda escapar de nuestras capacidades, podemos aspirar a aprehender aproximaciones de la realidad, incluso a perfeccionar nuestro conocimiento de ella; una vez más, nada de lo anterior invalida la existencia de una realidad objetiva, solo resalta la dificultad de conocerla y probablemente la necesidad de acceder a ella de forma gradual.” (Salazar Lozano, S. A.: 2015, pp. 12) Tales aproximaciones se identifican con lo que anteriormente llamamos “verdades parciales”, lo mencionado como posibilidad de perfeccionar nuestro conocimiento equivaldría a “circunscribir nuestra verdad parcial en una verdad mayor, y así sucesivamente hasta alcanzar la verdad total”, -generalmente nombrada como verdad absoluta o realidad objetiva-; todo lo cual, estoy de acuerdo, muestra la necesidad de acceder a la verdad, al conocimiento de la realidad, “por partes”, gradualmente, en “verdades parciales”.

De manera que cada uno de nosotros posee una “verdad parcial”, ha logrado una cierta aproximación a la realidad, es cuestión de perspectivismo; estos son los ejemplos: el primero, “Por lo que Italia no ve a Canopus, que es visible en Egipto. E Italia ve la última estrella de Fluvius, que no es visible en eta región situada en una zona más frígida.” (Salazar Lozano, S. A.: 2015, pp. 4); el segundo, “Adiciona a esto el hecho que los habitantes del Este no perciben los eclipses de la tarde del sol y la luna; así como los habitantes del Oeste no perciben los eclipses de la mañana; mientras que para aquellos que viven en la región media –algunos los ven más temprano y otros más tarde.”  (Salazar Lozano, S. A.: 2015, pp. 5)
 
Descubro también en el texto citado, algunas ideas que deseo comentar:

- Aspiración a la objetividad - citando a los autores del libro “Objectivity” se define la objetividad como el conocimiento que “no arrastra ninguna traza del conocedor”, es decir, que no está marcado por prejuicios, habilidades, fantasías, juicios, deseos ni ambiciones; donde Salazar señala que aun cuando esto es “sumamente complicado” puesto que “jamás será sencillo suprimir nuestros impulsos o inclinaciones en aras de la objetividad”, sí es “el ideal”. Al respecto coincido en que dicha objetividad constituye un ideal, pero es eso y solo eso, un ideal, porque en el fenómeno del conocimiento no es posible aislar al objeto por conocer del sujeto que conoce, como tampoco es factible escindir al sujeto en “inteligencia” por un lado y “emotividad-voluntad por otro, para arrojar a la segunda en el olvido cada vez que se pretenda conocer “objetivamente,” “sin trazas del conocedor”. En el conocimiento coexisten siempre sujeto y objeto, como en el sujeto coexisten en todo momento razón y corazón.

- Sobre los valores - “Ciertamente algunas áreas de las humanidades son más propensas a mantener posturas relativistas.” (Salazar Lozano, S. A.: 2015, pp. 8), afirma nuestro autor y ofrece como muestra la relatividad presente en nuestra percepción de la belleza, donde lo que para uno es “un tesoro” para alguien más puede carecer de valor, situación que evidencia el relativismo en el valor. Hablar de “valores”, qué son, qué hace valioso a un objeto, si las cosas valen por sí mismas o somos nosotros quienes les dotamos de valor, cuáles son los tipos de valores y en qué consiste cada uno de ellos, ahondar en los valores y sus respectivos contravalores… constituye materia de estudio de la Axiología, disciplina filosófica especializada en todo lo relacionado al valor, por lo que sin profundizar sobre ello, me limito a esta afirmación: “los valores tampoco son objetivos ni subjetivos, igual que la verdad son perspectivísticos”.

- “Cultura relativista” y sus implicaciones morales - “Hoy todo el mundo opina y  a todos se les tiende a dar el mismo peso como si todas las opiniones fueran igualmente válidas.” (Salazar Lozano, S. A.: 2015, pp. 8)  Ciertamente en la actualidad priva la tendencia por escuchar todas las voces afirmando que todas ellas son igualmente válidas; tendencia que parece cimentarse en la aseveración de que “todos somos iguales y tenemos los mismos derechos”. Sin cuestionar la verdad o falsedad de tal sentencia, debiéramos distinguir primero entre validez y valía: toda opinión es válida en tanto no es falaz y se estructura conforme a las leyes de la lógica, y es  valiosa siempre que atiende al bienestar común, siempre que es reflejo de la conciencia social que nos permite vivir y convivir en armonía. Por lo tanto, para referirnos a la moralidad que determina el bien y el mal según la conveniencia o no de quien actúa, es decir, “sus propios intereses”, sería más exacto emplear los términos “moralidad sin conciencia social” en lugar de “moralidad relativa”.  

- Ciencia - “Si la realidad fuera relativa, la naturaleza, no sería reproducible, no presentaría exactamente los mismos patrones ni se podría predecir una vez que la entendiéramos. La ciencia, que se dedica a entender la naturaleza, no podría existir.” (Salazar Lozano, S. A.: 2015, pp. 11) Probablemente sea así, que la “objetividad” de la realidad, que la “verdad absoluta” de la naturaleza haga posible la existencia de la ciencia, pero no al revés; que tengamos ciencia no es argumento infalible sobre la objetividad de la realidad, porque el conocimiento científico como todo conocimiento, es resultado de la correlación sujeto-objeto, y el sujeto se conforma en la coexistencia inteligencia-emotividad-voluntad. Dicho de otro modo, la ciencia siempre contiene un ingrediente subjetivo; polémica afirmación de Thomas S. Kuhn en el libro “La estructura de las revoluciones científicas”, donde cuestiona el fundamento objetivo de la ciencia.

- El caso de Madeline Kara Neumann- En mi perspectiva, aquí se discute otra cuestión, la ríspida relación entre razón y fe. En torno a lo cual sería interesante escuchar la plática entre un conocido alemán “no creyente”, Jürgen Habermas, y otro muy conocido alemán “sí creyente”, Joseph Ratzinger, me refiero a la lectura de “Entre razón y religión. Dialéctica de la secularización”.


Perspectivismo y democracia (la filosofía sirve, está vigente)

Ya en lo político-social y guardando la debida distancia, en una prudente analogía, postular la verdad absoluta, la realidad objetiva, se traduce en  la defensa del autoritarismo, absolutismo, tiranía o dictadura, donde “la verdad” es una y todos se tienen que ajustar a ella, donde “un solo modo de vida es aceptable”; apostar por el otro extremo, la verdad relativa, la realidad subjetiva, equivale a la anarquía en que la existencia de “múltiples verdades” permite a cada uno hacer lo que puede y como quiere, donde “todos los modos de vida debieran ser aceptados”.

Situación, balanza cuyo punto de equilibrio radica en el perspectivismo, la democracia en que particulares y múltiples formas de ser y estar en el mundo (verdades parciales, Multi-versos)  coexisten y se suscriben a una forma de ser y estar en el mundo general y única: la comunidad, el bienestar colectivo (verdad total, Uni-verso).
Miro hacia la democracia genuina donde la pluralidad diversa se armoniza, donde las voluntades individuales se sujetan a una mayor, la voluntad social, porque reconocen su coexistencia e interdependencia, porque son conscientes profunda y plenamente de su ser social.

Así que detrás de la democracia se encuentra la filosofía del perspectivismo, que no lo veamos, parafraseando a Salazar Lozano, no vuelve al hecho una mentira. La filosofía sustenta nuestra vida, está vigente; y en la persuasión de esto a los otros, contribuye, como lo hace Xolocotzi Yánez, analizar el decir filosófico.

Concluyo mi intervención en este diálogo solicitándote, amable lector, que consideres palabras como una parte de la verdad, como una contribución en la búsqueda de la verdad total, el conocimiento auténtico de la realidad.  






Bibliografía:
1. Ortega y Gasset, José (1988). “En el centenario de una universidad”, Obras completas Vol. 5. España, Ed. Alianza.
2. Ortega y Gasset, José (1988). “Verdad y perspectiva”, Obras completas Vol. 2. España, Ed. Alianza.
3. Salazar Lozano, Sergio Antonio (2015). ¿Es la realidad objetiva o relativa?. “Elementos” 97: 3-14
4. Xolocotzi Yánez, Ángel (2015). La cercanía del mundo. Reflexiones sobre el decir filosófico. “Elementos” 97: 15-19





viernes, 15 de mayo de 2015

Ser "maestr@"...


Labor educativa, ¿una utopía?(*)


Considero que por lo general, la mejor forma de comenzar es definir. No sea que inmersos ya en el discurso, descubramos que no nos referimos a lo mismo, que usamos los mismos términos, las mismas palabras, pero las entendemos de distinta manera.  Por ello, me permito señalar aquí las definiciones etimológica y real de nuestro término en cuestión:

Utopía o utopia.- (Del gr. οὐ, no, y τόπος, lugar: lugar que no existe). Plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación.[1]

Así es, frente a lo que se tiene, a lo que se vive, surge una molestia, una inconformidad que en principio nos lleva a  imaginar una realidad alterna. Algunas veces este desacuerdo con la realidad, se incrementa y rebasa el espacio de la imaginación, para  ejercer cierta crítica ante lo presente, crítica que se ve concretada en la proyección de otro mundo, un mundo en el que aquello que ahora nos inconforma ha desaparecido, un nuevo mundo en el que se ha eliminado, especialmente del orden político y social, lo que nos parece hostil e incluso inhumano.  Tenemos ahora, como señala la anterior definición, un plan, un proyecto, doctrina o sistema, que describe una sociedad idealizada. Lo que inmediatamente nos remite a Platón, con su República, y a Tomás Moro, con su comunidad ficticia. Pero hasta aquí, no se ve por qué habríamos de considerar utópico nuestro proyecto; a lo que habría que contestar: porque es tan optimista que aparece como irrealizable.

Sí, nuestro proyecto es tan optimista que parece olvidar gran parte de la historia de la humanidad, parece no atender a los hechos que muestran cierta maldad e inconsciencia inherentes al hombre, o al menos que cuestionan la bondad natural del ser humano.

, nuestro proyecto, nuestra labor como educadores, tiene un objetivo, una razón de ser muy “clara y sencilla”: construir un mundo mejor, mediante, a través, con, por y para ellos, nuestros niños, adolescentes y jóvenes, e incluso adultos.

Construir un mundo mejor, como he dicho antes, una mejor sociedad, una sociedad no alienada, no egoísta; una sociedad unida, empática.  Donde cada individuo  es consciente de las consecuencias de sus actos y por lo tanto ha desarrollado una autoconciencia que le da libertad y autocontrol; lo que a su vez le sensibiliza frente a la realidad de los otros, es decir que amplía su consciencia sobre la cuestión social; todo lo cual le mueve para  transformar su entorno en todos los aspectos, y de esta forma influir y determinar la configuración de nuestro mundo, denunciar el presente y anunciar un mejor futuro. Una sociedad donde “el yo” y “el otro”, sin renunciar a sí mismos, se unen e integran un “nosotros” que permite la armonía con uno mismo, con los demás y con el todo.

Se entiende ahora por qué entrecomillo las palabras clara y sencilla, al referirme a la razón de ser de nuestra labor docente. No, quizás el objetivo de nuestra labor no es tan clara; habría que discutir ciertos términos como “alineación”, “unidad”, “empatía”, “conciencia”, libertad”, “autocontrol”, “cuestión social”, “configuración del mundo”… Definitivamente, que nuestra tarea logre su meta tampoco es sencillo. ¿Cuántos de nuestros alumnos realmente nos escuchan? ¿Cuántos de ellos reciben y conservan en lo profundo de su ser aquello que les enseñamos, que les damos?  Y no me refiero a los temas, a los conocimientos que integran nuestro temario, a las materias que conforman nuestro mapa curricular, me refiero a los valores, a las actitudes que resultan indispensables para la nueva configuración del mundo, que hemos trazado, aunque sea en nuestras mentes; me refiero a los pensamientos y sentimientos que hemos de inculcar en nuestros alumnos para la concreción de nuestro proyecto: una mejor sociedad.

Y aquí me habrán de cuestionar y lo hago ya yo misma; me cuestiono: ¿se trata entonces de educación como reproducción de una cierta ideología? Pero este es otro aspecto a debatir y dialogar, precisamente en otro momento, en otro lugar.

Por ahora sólo quiero resaltar que en la razón de ser de la educación, subyace una utopía. Los hechos parecen demostrar que nuestro proyecto, nuestra labor educativa, no logrará materializar su finalidad: construir un mundo mejor,  y éste se convertirá en un lugar que no existe.

Nuestro trabajo implica tantas creencias: bondad natural del hombre, posibilidad de cambio y mejora, deseo innato por superarse a sí mismo, necesidad inherente de aprender, posible armonía universal… Nuestro trabajo requiere e implica una esperanza intensa y profunda. Una esperanza que a pesar de los años transcurridos y las frustraciones que conllevan, que a pesar de los sinsabores y obstáculos enfrentados, siempre encuentra un motivo, un estímulo para continuar, para fortalecerse y redoblar el paso… Ese motivo es el sonido de la risa infantil que se escucha en el patio durante el recreo; es ese saludo, sencillo, pero sentido, que nos dan al caminar por los pasillos; ese motivo es cualquier hecho, cualquier detalle que nos muestra que, poco a poco, pero estamos transformando nuestro entorno, nuestro mundo, en un lugar humano, un lugar en armonía.

Por último, si alguien se opone  e inquiere nuestra labor educativa, argumentando que nuestro proyecto aparece como irrealizable, que se oculta en todo esto una utopía, habré de responder que no todo está dicho, falta mucho por hacer, la historia de la humanidad no ha concluido y nuestro ideal aún puede convertirse en real. Además, ¿por qué habríamos de renunciar a este impulso que nos hace soñar e imaginar una mejor sociedad?, ¿qué no es parte de ser humano, el ser inconformistas, críticos y utópicos?


Fuente: #spainREVOLUTION




(*) Escrito y publicado en diciembre de 2010 dentro de "El IMformanTE" -publicación interna del colegio en que trabajaba-, cuando convivía con ellos día a día, cuando era "maestra" de Filosofía en prepa... 


[1] http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=utopía