Hombres y mujeres,
antagónicos-complementarios
Partimos del mismo origen; compartimos la falta, la carencia, necesitamos uno del otro; hombre y mujer se necesitan y anhelan mutuamente.
Su antagonismo radica en la forma en que asumen el vacío: ella lo
acepta, desde que es “ella” sabe y reconoce “su falta”, quizás gran parte de lo
que hace se dirige a la satisfacción de tal carencia; él lo niega, desde que es
“él” “no sabe” ni reconoce que también está falto, cada vez que algo le
enfrenta a su vacío, “escapa”….
Ella acepta la falta como parte de su ser… Y al faltarle “algo”, tendrá
que buscar; no está predeterminado qué es ser mujer, no hay un referente
universal…
Él no quiere ni necesita saber de su falta; reconocer que necesita de
otro le hace “menos hombre”; él sí tiene un referente universal: los hombres son
fuertes, autosuficientes, poderosos, dueños de sí, inquebrantables y firmes.
Mientras que para ella necesitar de otro es algo “natural”, “parte de
ser mujer”, para él es una “amenaza”, algo que atenta contra su “carácter de hombre”…
Porque reconocer “la falta” es
muestra de debilidad, necesitar de otro refleja falta de autosuficiencia, solo
los débiles necesitan de alguien más… Debilidad, falta, carencia, insuficiencia
permitida únicamente al “sexo débil”, no al “sexo fuerte” puesto que
evidentemente contraría su esencia viril…. Amar representa una herida narcisista:
no soy autosuficiente, necesito de otros…
Así, él se niega a reconocer que la necesita, amar le recuerda su inconsistencia;
ella le pide que la ame, lo cual se traduce en que abandone su posición de amo,
que acepte su falta, su carencia, su “debilidad”... Paradójicamente, cuando el
hombre se mueve de su lugar de amo, se reconoce “falto y débil”, es entonces
que deviene en hombre…
Hombres y mujeres, antagónicos que se complementan…
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