domingo, 18 de enero de 2015

la educación es un contínuum

Antecedente de mi nueva práctica filosófica – segundo momento: “propuesta”


Experiencia y conocimiento = correlación

Si lo que aquí se escribe forma parte del intento por salvar a la filosofía que languidece enclaustrada en lo teórico, algunos se preguntarán: ¿por qué entonces iniciar con una fundamentación teórica?

Porque conocimiento (teoría) y experiencia (práctica) -cuya relación entabla un debate filosófico- no son excluyentes entre sí, hablando en términos de la Lógica porque no se trata de una disyunción exclusiva sino inclusiva, de hecho, estrictamente ni siquiera se trata de una disyunción sino una conjunción inquebrantable. Conocimiento y experiencia coexisten, se correlacionan y complementan entre sí.

En la experiencia que es reflexiva se descubre cómo están conexionados nuestros actos y sus consecuencias, “se conoce”, se genera conocimiento y este se aplica en la experiencia subsiguiente proyectando mejores resultados. De forma circular la “experiencia pensada” fundamenta al conocimiento y el “conocimiento aplicado” sustenta siempre la posibilidad de una mejor experiencia, más fructífera, más acorde o próxima al objetivo anhelado.

Somos seres con la afortunada facultad de pensar lo vivido y vivir lo pensado.

Sin detallar, al menos no por ahora, en qué consiste la experiencia reflexiva, cuáles son sus rasgos generales, me limito a señalar que el propio blog constituye un ejemplo de lo anterior: tiene origen en mi experiencia como estudiante y docente de filosofía, experiencia que al hacerse reflexiva genera nuevos conocimientos para mí que no se confinan en la teoría, en lo abstracto, antes bien se liberan en lo concreto, en mi nueva práctica filosófica.

Nueva práctica en que decido dejar ya la visión fragmentaria sobre la realidad en que teoría y práctica, conocimiento y experiencia se contraponen e incluso se excluyen mutuamente; decisión que estriba en adoptar una visión holística en que los fragmentos son tales únicamente en la mente, en que la realidad es escindida, separada en partes solo por necesidad intelectual para su comprensión racional, pero que en verdad son uno y lo mismo.

De igual manera que en el fenómeno del conocimiento siempre coexisten sujeto y objeto, se requiere siempre un quien conoce y un algo por conocer, en la aprehensión de la realidad se compenetran en todo momento conocimiento y experiencia.

Si lo piensas y lo vives atenta y cuidadosamente, te das cuenta de que en cada acción hay teoría (conocimiento previo) y cada reflexión gira en torno a  una práctica (experiencia anterior).

De manera que al hablar de “filosofía académica” inmediatamente la asociamos con la teoría, pero esto sucede porque predomina en ella no porque sea pura teoría pura, contiene práctica, si no la nuestra sí la de quienes construyeron las doctrinas filosóficas que estudiamos. De igual modo, cuando nos referimos a la “filosofía no académica” la vinculamos con la práctica, y esto sucede debido a que es un elemento principal, sin embargo se fundamenta en teorías, que probablemente no sean de nuestra autoría sino de filósofos u otros.

La filosofía formal (teoría) contiene lo no formal (práctica), igual que la filosofía no formal contiene lo formal.

Me preguntarán ahora, exactamente, ¿cuál es mi propuesta?

Transitar de la filosofía académica a la filosofía no académica, de la teoría a la práctica, de lo formal a lo no formal. Tránsito que no se da en una sola dirección porque eso significaría estacionarse en una de las parcelas en que hemos deslindado la realidad, transitar en un solo sentido se traduciría en enclaustrarse dentro de uno de los compartimentos en que dividimos la realidad para comprenderla. El tránsito que propongo es de “doble sentido”, va de lo académico a lo no académico, de la educación formal a la educación no formal, y viceversa, consiste en comunicación circular, líquida y fluida, diálogo continuo y correlativo entre conocimiento académico  y experiencia cotidiana.

Pero antes de entrar en detalles, me detengo a explicitar algo que dejé pendiente en la primera de las publicaciones, ¿por qué refiero el Otro de la filosofía como filosofía “no formal”?, ¿por qué no “informal”?, ¿qué diferencia hay aquí entre “formal”, “no formal” e “informal?


La educación es un contínuum

Tenemos dos lentes a través de los cuales enfocar el mundo, la realidad, la totalidad: el paradigma fragmentario y el paradigma holístico; el primero de ellos afirma que en la relación sujeto-objeto se trata de dos entidades separadas e independientes entre sí, donde basta que el sujeto enfoque su inteligencia sobre todo lo que le rodea para lograr su conocimiento en plenitud; visión fragmentaria que en su acercamiento al mundo le divide en partes para analizarlo, estudiarlo y finalmente conocerlo, más aún controlarlo. -Como ejemplo, pienso en la división de las ciencias, su especialización, quedando por un lado las ciencias exactas, por otro las ciencias naturales y lejos de ambas y entre sí las ciencias sociales, humanidades y artes, presentando cada uno de estos grupos especialidades cada vez más minuciosas…-

En el caso de la educación, la fragmentación se presenta desde el inicio en el uso que damos al propio término: cuando se habla de educación como la suma total de experiencia que posee una persona, se trata del uso descriptivo; si con educación nos referimos a todo lo que nos ocurre en nuestro paso por instituciones educativas específicas, como la preparatoria o la universidad, señalamos al uso restringido, en tanto que el uso normativo hace referencia a uno o varios valores que implican de una u otra manera la mejoría en el individuo.

(Un paréntesis, me viene a la cabeza esta pregunta: ¿y cuándo dicen que “la educación es la solución”, a qué uso del término apelan, exactamente a qué se referirán?)

Y la fragmentación continúa en el estudio de la educación, del fenómeno educativo: dividimos los estudios en físicos y sociales; los saberes, en intelectuales y empíricos, los temas escolares, en materia de estudio y método; la actuación educativa, en praxis y poíesis; la comunidad educativa, en agentes y ambiente; el quehacer educativo, en informal, formal y no formal; incluso se habla a grandes rasgos de una educación para el ocio y otra educación para la utilidad.

Nuevamente me limito, me concentro únicamente en la división del quehacer educativo:

Tipo de quehacer educativo
Características o rasgos principales
Escenario, ambiente o ámbito educativo

Informal
Aprendizajes que se realizan a lo largo de la vida y que tienen lugar en ámbitos donde no se imparte una enseñanza organizada ni programada racionalmente, esto es, que no está sistematizada.
- Familia
- Sociedad
- Estado
- Iglesia
- Medios masivos de comunicación
Filosofía doméstica
Formal
Enseñanza institucionalizada, académica, sistematizada, organizada y programada racionalmente, con base en ciertos métodos.
- Instituciones escolares con reconocimiento oficial
Filosofía académica
No formal
Enseñanza que se imparte organizada, programada racionalmente, sistematizada y a partir de métodos específicos, para atender necesidades particulares, pero fuera del sistema académico.
Modalidades en la filosofía práctica no académica: consulta filosófica, café filosófico, taller de filosofía, éxitos editoriales, filosofía con los niños fuera de la escuela, filosofía en la empresa, en medios difíciles
el Otro de la filosofía


Se aclara así porque refiero el Otro de la filosofía en la educación “no formal”, porque en la práctica de la filosofía fuera de la academia no seguimos planes de estudio ni evaluamos, tampoco acreditamos ni al final recibimos un certificado o documento oficial que avale nuestro aprendizaje, no obstante sí seguimos métodos y sistematizamos tanto nuestro diálogo como nuestra reflexión; no se trata de hablar “sin ton ni son”, ni de expresar opiniones carentes de fundamento, menos aún de caer en el pensamiento disperso que más que reflexión parece confusión y desvarío…

Nuestra nueva práctica filosófica si bien es “no formal” porque se realiza fuera de las instituciones académicas, también contiene algo de lo “formal” porque retoma en algún momento teorías filosóficas que aprendimos en la escuela. Asimismo se establece en el diálogo circular entre experiencia cotidiana y conocimiento académico.

Pero sobre todo ubico el Otro de la filosofía dentro del quehacer educativo porque nuestra práctica filosófica, nuestra filosofía práctica tiene un fin claramente definido, ella misma es praxis educativa, medio y fin en y hacia nuestra humanización, desarrollo de nuestro entendimiento y voluntad en la libertad auténtica.

“Las clases” no terminan en la escuela, todas nuestras vivencias son ocasión de aprendizaje, la vida entera constituye inmenso escenario educativo… Todo es educación, todo es filosofía, en cuanto hago de ello instrumento o herramienta para mi transformación, para mi formación.  Y así, la educación es un contínuum, un proceso que abarca, que se desenvuelve desde el principio hasta el final de la vida del hombre. Reitero, las clases no terminan en la escuela…

Abreviando, he aquí mi propuesta:

Complementemos nuestras clases de filosofía, donde predomina la teoría, con la reflexión  y el diálogo que enseñan a filosofar, donde predomina la práctica, porque no es lo mismo aprender filosofía que aprender a filosofar, lo cual no significa, no obstante, que sean contrapuestas, sino correlativas. Les propongo complementar nuestra actividad filosófica académica en la escuela a la práctica filosófica no académica fuera de la escuela.

¿Cómo, cuándo y dónde? Empecemos por el cómo: en un café; la modalidad que propongo es el café filosófico. Pocas cosas disfruto tanto como platicar con amigos, me encanta el café y no puedo imaginar la vida sin filosofía; qué mejor combinación podría ser esta, que la de compartir un café con ustedes aprendiendo a filosofar.

"En el café", Jean Béraud. Fuente: Wikimedia Commons

_____________________________
(*) todo esto lo concienticé-aprendí en un diálogo-lectura con varios académicos, especialmente con John Dewey en "Democracia y educación".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario