Pachamama, nuestra nueva
maestra.
En torno a la Pedagogía de la Madre Tierra
Karla Portela Ramírez.
Relatada por Carolina Sánchez Ospina
Imaginando que la propuesta de la presente ponencia
constituye el corazón de la misma, hemos decidido arribar a dicho centro con
dos pasos previos: en principio, delimitar qué se entiende aquí por educación;
a continuación, distinguir los rasgos fundamentales de la actual praxis
educativa dominante. Así, con fundamento en estos dos pasos, expondremos la que
es nuestra propuesta en educación: adoptar como nuestra nueva maestra a la
Pachamama, la Madre Tierra que nos muestra el valor de la vida en su diversidad
total. Para concluir, compartiendo las generalidades de un programa educativo
que ejemplifica la aplicación del anterior planteamiento. De este modo, el
desarrollo de nuestra intervención se integra por cuatro momentos: 1. Qué es la
educación; 2. Actual praxis educativa dominante; 3. Nuestra propuesta:
Pedagogía de la Madre Tierra; y, 4. Un ejemplo: la Facultad de Educación, de la
Universidad de Antioquia.
1. Qué es la educación
El origen o raíz de la palabra “educación” proviene
del sustantivo latino educatio, educatiōnis,
que a su vez deriva del verbo latino educare, que significa ‘educar’,
‘criar’, ‘alimentar’. A la vez, en su definición real, es decir, en su
significado reconocido por la Real Academia Española, el término educación
presenta cinco acepciones: 1. Dirigir, encaminar, adoctrinar. 2. Desarrollar o
perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por
medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc. 3. Desarrollar las fuerzas
físicas por medio del ejercicio, haciéndolas más aptas para su fin. 4.
Perfeccionar o afinar los sentidos. 5. Enseñar los buenos usos de urbanidad y
cortesía.
Desde una arista filosófica encontramos al menos tres
usos del término educación: Uso descriptivo; cuando se entiende por educación
la suma total de experiencias que posee una persona. Uso restringido; la
educación como lo ocurrido a un individuo en su paso por instituciones
educativas específicas, por ejemplo, los colegios y las universidades. Uso
normativo; refiere a uno o varios valores, lo que implica de una u otra forma
la mejoría del individuo; desde esta perspectiva una persona educada es aquella
que ha mejorado y como tal, es un producto deseable, algo que se debe producir.
Ubicándonos en el segundo uso mencionado, a saber, el
uso restringido de la palabra educación, hablando de nuestro paso por
instituciones educativas, afirmamos que toda praxis educativa presenta dos
rasgos fundamentales: siempre se educa “para algo”, es decir, la praxis
educativa siempre contiene una finalidad, se plantea un objetivo o fin; y, toda
actividad educativa parte de tres supuestos: Supuesto teleológico; consiste en
la finalidad u objetivo con que se educa, el tipo de persona que se propone
configurar. Supuesto axiológico; la determinación a formar un cierto tipo de
persona conlleva la elección de ciertos valores que serán inculcados en el
educando. Supuesto antropológico filosófico; toda actividad formativa supone
una concepción específica sobre la naturaleza humana, un cómo es el ser humano
por naturaleza, por ejemplo, si tiende a la bondad o a la maldad, si es
moldeado desde el exterior o si se desarrolla por sí mismo desde su interior.
Con base en lo anterior y sintetizando, se entiende
aquí por educación, la eclosión de capacidades,
facultades o fuerzas ínsitas al ser humano, que se manifiestan en el desarrollo
intelectual, corporal, afectivo y artístico, en la autorrealización de la
persona. Lo cual supone, el seguimiento de un modelo educativo estructurado a
partir de tres componentes: Filosófico; consiste en lo que antes se ha descrito
como supuestos teleológico, axiológico y antropológico filosófico. Pedagógico;
con base en una postura ante el proceso de enseñanza-aprendizaje establece los
métodos, técnicas y estrategias didácticas para cumplir los objetivos
establecidos. Organizacional, consiste en los estudios y prácticas curriculares
y extracurriculares que cada plantel educativo ofrece.
2. Actual praxis educativa dominante
Dado que nuestra reflexión se resguarda en una mirada
filosófica, para analizar la praxis educativa vigente, nos centramos en el
componente filosófico de los modelos educativos imperantes. Por este camino
descubrimos en principio, que la política educativa contemporánea, esto es, las
decisiones del Estado en el campo de la educación, el
conjunto de leyes y normas que establece para regir el funcionamiento de los
sistemas educativos público y privado, se fundan en el pensamiento moderno,
específicamente en el pensamiento Ilustrado de Europa en el siglo XVIII. Movimiento intelectual francés con repercusiones
políticas, económicas, sociales y culturales a nivel mundial, cuya tesis
fundamental afirma a la razón como eje de la vida humana. De acuerdo con los
filósofos ilustrados, únicamente el uso de la razón conduce a la libertad y el
progreso; para librarnos de la ignorancia y la superstición debemos ejercer
nuestra facultad racional, generar conocimientos que sirvan para construir un
mundo mejor y alcanzar la felicidad. Ya el filósofo francés René Descartes en
el siglo XVII lo había anticipado, cuando afirmó a la razón como fundamento de
la existencia y única fuente de conocimiento.
Estas ideas filosóficas cartesianas e ilustradas,
quedan plasmadas en nuestros modelos educativos fundados en el Positivismo,
teoría filosófica desarrollada en el siglo XIX por Augusto Comte, filósofo
francés que propone sustituir las creencias religiosas y metafísicas por un
procedimiento que genere conocimiento auténtico, verdadero, es decir, ciencia. De
acuerdo con el Positivismo, el conocimiento proviene exclusivamente
de lo observable, es objetivo; por lo tanto, sólo se puede conocer lo que es
medible y contable, sólo son cognoscibles los objetos materiales. Lo
inmaterial, como no puede ser medido ni contado, no se puede conocer y debe ser
desechado. En consonancia con la
Ilustración, el Positivismo afirma a la razón y al conocimiento científico como
el único camino que conduce al progreso.
Ahora bien, la superioridad de la razón por encima de
toda otra facultad humana, la primacía de la ciencia sobre otros tipos de
conocimiento, la reducción de lo que podemos conocer al campo de lo material,
todo esto se tradujo en: menosprecio de lo irracional, las emociones y los
sentimientos; rechazo de los conocimientos fundados en creencias de seres u
objetos inmateriales, más allá de lo físico; y, particularmente, desembocó en
la aniquilación de todo aquello que no es progreso, que no es científico ni racional,
que no es medible ni contable, que no es material. Situación que aunada al
dominio del sistema económico capitalista se manifiesta en la política
educativa actual, en el componente filosófico de sus modelos educativos con los
siguientes supuestos: Supuesto teleológico, ¿para qué educamos? – Para
trabajar. El fin último de la educación formal, impartida en instituciones
educativas, es la capacitación para el trabajo. Educamos para la productividad.
Supuesto axiológico, ¿con qué valores educamos? – Usualmente con valores éticos
universales como el respeto, la honestidad y la responsabilidad; valores que
permiten la articulación de los individuos entre sí, el desarrollo del trabajo
en equipo indispensable para la producción eficiente y con rendimiento.
Supuesto antropológico filosófico - ¿cuál es nuestra concepción de la
naturaleza humana? Puesto que lo distintivo del ser humano radica en su
facultad de razón y su capacidad para aplicarla en beneficio del progreso, que
implica el control y uso del mundo natural a favor de los intereses humanos, la
praxis educativa se enfoca en el desarrollo de la racionalidad y la generación
de conocimiento científico con aplicaciones tecnológicas.
Grosso modo, la actual praxis educativa dominante
consiste en lo antes descrito. No obstante, reconocemos que desde hace décadas
han surgido nuevos modelos educativos basados en otros componentes filosóficos,
los cuales son englobados con el término “Escuela Nueva”, se trata de formas
pedagógicas alternativas contrarias al modelo mecanicista que considera al ser
humano como una especie de máquina cuyo trabajo efectivo se muestra por la
ejecución, la productividad. Nuevas formas pedagógicas que adoptan un modelo
organicista que enfatiza en los principios internos del desarrollo y del
crecimiento, que pretende estimular el desarrollo individual desde dentro, y
para lo cual otorgan al educando un papel clave en el proceso de
enseñanza-aprendizaje, convirtiéndolo en el centro de la praxis educativa.
Así, en este grupo de la pedagogía alternativa,
destacamos la llamada “educación intercultural”, cuya premisa fundamental
consiste en el respeto y valoración de la diversidad cultural, el conocimiento
y reconocimiento de las diferentes culturas, respetando
sus creencias, valores y costumbres. Lo cual redunda en el cuestionamiento de
la superioridad de la razón, la primacía
de la ciencia sobre otros tipos de conocimiento y la reducción de lo que
podemos conocer al campo de lo material. Al tiempo que se opone a la imposición
de políticas educativas fundadas exclusivamente en el pensamiento moderno,
ilustrado y positivista.
3. Nuestra propuesta: Pedagogía de la Madre Tierra
La propuesta aquí presentada se funda en el
pensamiento de Abadio Green Stocel, indígena perteneciente al pueblo originario
Gunadule, que habita la frontera entre Colombia y Panamá. De acuerdo con el teólogo,
filósofo y magíster en Etnolingüística, no se trata de rechazar la Modernidad y
sus modelos educativos, sino presentar alternativas a la corriente pedagógica
hegemónica. Pensar la Modernidad desde los saberes ancestrales, desde las
filosofías de nuestros pueblos originarios y perfilar una pedagogía que,
asimilando digestivamente elementos de la Modernidad, conserve sus raíces
culturales, estéticas y espirituales. Se trata de ser moderno sin ser absorto,
sin subordinarse a los patrones de pensamiento, de comportamiento y de creación
impuestos por la Modernidad hegemónica, particularmente por la doctrina
positivista que inmoviliza lo indígena como cosa del pasado, que considera las
culturas de los pueblos originarios como algo a ser superado e incapaz de
dialogar con la Modernidad.
Esta nueva pedagogía, que practica la educación
intercultural, genera una Modernidad alternativa, heterogénea, en términos
propios; da cuenta de la vigencia de la memoria ancestral y pone de manifiesto
una saludable resistencia a ser absorbidos por las corrientes identitarias
globalizadas, explica Pedro Favaron. Es posible establecer zonas de contacto
entre lo comunitario y lo global, lo indígena y lo eurocéntrico, que no se
resuelven en simple reconciliación y comunión de los diferentes, sino que
proponen complejos y fecundos intercambios y vinculaciones.
Debido a que al interior de los saberes ancestrales,
pensamientos amerindios o filosofías indígenas existe diversidad, variedad de
voces, matices y singularidades, deben descartarse las generalizaciones
excesivas y al momento de conformar un modelo educativo habrá de considerarse
el sustrato cultural, lingüístico, narrativo y espiritual que comparten. Todo
lo cual converge en el respeto y la defensa de la vida en general, la vida en
su total diversidad, en el amor a la Madre Tierra, la Pachamama.
Las naciones americanas fueron imaginadas como
modernas desde una perspectiva excluyente, a la fuerza se construyeron naciones
vinculadas por un supuesto pasado común, una misma lengua y una misma cultura,
es decir, el eurocentrismo fundacional que negó la heterogeneidad, lo disímil,
la complejidad histórica, geográfica y cultural, que se propuso eliminar los
saberes ancestrales considerándolos como obstáculos para el progreso. Hoy día,
transcurridos siglos de dominación del pensamiento moderno son evidentes el
error y el fracaso los modelos educativos fundados en el pensamiento ilustrado
y positivista vinculado a la economía capitalista, que enfatizan en la
educación como medio para la manufactura de futuros trabajadores y se entregan
a las exigencias de la industria y del progreso material por encima de la salud
del conjunto vital.
Frente a la vivencia de la educación basada en valores
como la competencia insolidaria, la dominación del otro, el ser mercantil,
individualista y racional, proponemos una vivencia de la educación que adopta
como maestra a la Madre Tierra, que atiende a la necesidad de generar
alternativas pedagógicas, modelos educativos acordes con los saberes y
prácticas ancestrales de los pueblos originarios. Ante la crisis ecológica del
planeta que hoy padecemos, “[…] la educación debe ser como una estrategia en
defensa de la Madre Tierra.” (Favaron, 2023: 142) El centro de la educación
debe ser la Tierra, nuestra responsabilidad por cuidarla y nuestra necesidad de
armonizar con ella. La praxis educativa debe sanar esa ruptura entre los seres
humanos y la Madre Tierra.
¿Cómo es la educación que toma por maestra a la
Pachamama, cómo es su pedagogía? Es una educación colectiva, de compartencia
solidaria, que reconoce el parentesco cósmico de todos los seres, sin
superioridad antropológica. Los alumnos de la Pedagogía de la Madre Tierra,
continúa Favaron, se reconocen como hijos del territorio y comprenden que la
humanidad es parte indesligable de la red sagrada de la vida. “El individuo no
es un ente autónomo, sino que nos realizamos en el seno de nuestras relaciones
de parentesco y de nuestros vínculos con el resto de seres.” (Favaron, 2023:
143) Una educación así no merma la libertad ni la singularidad del individuo,
sino el individualismo egoísta y competitivo, porque comprende que la vida
humana depende de la generosidad y del amparo de la Madre Tierra, que la salud
y el bienestar individual no son independientes del conjunto vital. Consecuentemente
la educación debe promover una realización plena del individuo en armonía con
el resto de los seres, humanos y no humanos. De hecho, afirma al respecto
Abadio Green, que los seres humanos tenemos la misión existencial de proteger a
la Madre Tierra.
4. Un
ejemplo: la Facultad de Educación, de la Universidad de Antioquia
Desde el año 2005 la Organización Indígena de
Antioquia, la Universidad de Antioquia a través de la Facultad de Educación con
el Grupo de Investigación Diverser y el Programa de Educación Indígena, y
comunidades indígenas de Antioquia, a través de sus jóvenes, mujeres, líderes
sabios y sabias comenzaron un camino en que la educación se articula con la
política y la política con la educación a partir de un objetivo común: la
defensa de la Madre Tierra. En este sentido se creó la Licenciatura en
Pedagogía de la Madre Tierra como un proceso para formar-nos maestros y
maestras líderes de los pueblos y a la vez, líderes maestros y maestras con
pedagogía y corazón bueno.
El correspondiente programa de educación superior fue
aprobado por el Ministerio de Educación Nacional de Colombia el 1° de febrero
2011. Su principal objetivo consiste en formar maestros y maestras con
compromiso cultural ético y político, con capacidad de realizar procesos
educativos, pedagógicos e investigativos desde los territorios y con capacidad
de construir propuestas que fortalezcan los planes de vida, así como proyectos
comunitarios y educativos en diálogo de saberes entre lo ancestral y lo intercultural.
Cabe decir que dicho programa se funda en los principios de la Pedagogía de la
Madre Tierra: silencio, observación, comunidad, decolonialidad, diálogo de
saberes y tejido. En tanto que el plan de estudios consta de tres ciclos de
formación: Básico; que abarca los cuatro primeros semestres, dedicados al
“Origen” y el “Desequilibrio”. Transición; consta de dos semestres, quinto y
sexto, en los cuales se aborda la “Sanación”. Profundización; etapa final de
cuatro semestres, séptimo, octavo, noveno y décimo, en que se desarrolla la
“Protección”.
Quizá el rasgo sobresaliente de este programa de
Licenciatura en Pedagogía de la Madre Tierra, consiste en su metodología: Para
amar a la Madre Tierra, para poder entenderla lo primero que debo saber es de
dónde vengo, cuál es mi primer territorio. Así, esta propuesta pedagógica es
inseparable del enraizamiento en el propio territorio comunal; ya que no se
puede respetar y amar el territorio, si nos alejamos demasiado de él y dejamos
de ser nutridos por él. Por ello en la UdeA se desarrolló una metodología de
trabajo en que los alumnos de la Pachamama no tienen que asistir todo el tiempo
a la universidad, sino que pueden quedarse en sus comunidades. Sólo asisten una
vez al año por quince días a la universidad, luego regresan a sus comunidades y
socializan lo aprendido. El resto de los encuentros formativos se dan en sus
territorios, son los profesores del programa quienes viajan a los lugares de
origen de los estudiantes. De esta forma, los alumnos no tienen que dejar su
lugar de origen, conservan su identidad y las investigaciones que realizan
sobre sus propias culturas se fundan en el afecto. Asimismo, el resultado de
dichas investigaciones repercute positivamente en las comunidades y fortalece
la unidad de los parientes.
Aprender a respetar y amar a toda la red sagrada de la
vida es posible desde la inmersión en ella.

Referencias y bibliografía
Favaron, P. (2023). La Pedagogía de la Madre Tierra:
una propuesta reflexiva a partir de las prácticas y testimonios del sabio
indígena Abadio Green Stocel. Interpretatio. Revista de Hermenéutica,
Volumen 7 Número 2, 129 – 154. doi.org/10.19130/irh.2022.7.2.00X27S0037
Fromm, E. (1993), El amor a la vida, España, Editorial
Altaya.
Licenciatura en Pedagogía de la Madre Tierra.
Universidad de Antioquia. Recuperado el 7 octubre de 2023 de: https://www.udea.edu.co/wps/portal/udea/web/inicio/unidades-academicas/educacion/oferta-pregrado/licenciatura-pedagogia-madre-tierra
Moore, T.W. (2009), Filosofía de la educación, México,
Editorial Trillas.
Real Academia Española (2023). Diccionario de la
lengua española. Recuperado el 7 de octubre de 2023 de: https://dle.rae.es/educar?m=form
Universidad
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