Despedidas y bienvenidas;
transferencias y herencias
Se han presentado nuevas oportunidades para aprender y
compartir, conocer y crecer; la cuestión es que conllevan cambiar de ciudad,
cambiar de escenario y en cierta medida modificar nuestra forma de vida. Nos
mudaremos de Cundinamarca a Antioquia, de Cajicá a Medellín. Evidentemente no
podremos continuar con la actividad de café filosófico que desarrollamos en
compañía de quienes habitan La Casona. De manera que el pasado jueves 25 de
mayo tuvo lugar nuestro último encuentro, al menos por ahora. Todo ha ocurrido
con tal fluidez, que no hubo oportunidad para comunicar nuestra mudanza
anticipadamente, sino hasta nuestra última reunión.
Así comenzó el que podría ser considerado nuestro café
filosófico de cierre, participando a nuestros amigos que pronto partiríamos en
búsqueda de nuevas vivencias y aprendizajes. Se planteó entonces la posibilidad
de que alguien más retome y continúe con la actividad; nos preguntamos también,
siendo el caso, quién o quiénes serían las personas idóneas. Abordamos esta
posibilidad e interrogante con mirada filosófica de la siguiente manera;
nuestro diálogo reflexivo, palabras más, palabras menos fue éste:
En la vida, unos se van y otros llegan; visto así, las
despedidas son bienvenidas. Los que llegan continúan con lo que venían haciendo
los que se van. Lo imaginamos como una carrera de relevos, donde varias
personas se turnan para realizar una misma actividad, y ese turnarse equivale a
pasar el testimonio (la estafeta, diríamos en México). Pero, ¿qué es un
testimonio? Dar a conocer algo que vivimos… Ahora bien, cuando se pasa el
testimonio, ¿qué se transfiere?...
Jugando con las palabras “testimonio” y “testamento”,
enriquecemos nuestra pregunta: cuando una persona continúa con la actividad que
realizaba otra, ¿qué se transfiere o transmite?, ¿qué se hereda? Unas cosas sí
y otras, no. Se transfiere, se hereda la trayectoria, el compromiso y la
responsabilidad, es decir, lo extrínseco a la persona que realiza la actividad.
Sin embargo, la parte intrínseca de esa persona, su forma de ser y su
experiencia plasmada en su conducta, no se transfiere, no se hereda, aunque sí
se puede compartir.
Hablando de experiencia y en nuestro caso, podemos
afirmar que todos los presentes tenemos ya una experiencia de café filosófico.
Con base en ello, Leonardo invitó a que expusiéramos cuál ha sido nuestra
vivencia. A continuación, algunos de los comentarios al respecto:
* Es bueno ver cómo las personas desarrollan
profundidad en el pensamiento.
* Disfruto sentarnos en grupo para debatir, compartir
e intercambiar aprendizajes, y aplicar algo de eso en mi vida.
* Un café filosófico es algo como una cita en un
centro de convenciones.
* Lo que busca un café filosófico son conceptos;
debatir sobre el conocimiento de un tema; construir.
* Cuando escuché que habría café filosófico, yo dije:
“no me gusta la filosofía”. Llegué acá y era diferente; me gustó porque
compartimos y aprendemos.
Acercándonos al final de nuestra reunión, Leonardo
preguntó: “¿cuál fue el tema de este café filosófico? La mayoría respondió:
“transmisión”, “transferencia”; algunos agregaron: “qué es una despedida”.
Hablando de transferir, lo definimos como cambio, (inter)cambio. Además se
mencionó que un café puede ser filosófico, psicológico y económico, por
ejemplo. En ese momento, indagamos sobre nuestro café, qué lo hace filosófico.
Coincidimos en que su cualidad filosófica radica en que trata temas
existenciales. Lo cual significa que reflexionamos sobre y a partir de nuestras
experiencias, nuestras vivencias, nuestras trayectorias de vida; y lo hacemos
para comprender, crecer, mejorar, vivir con mayor intensidad.
Para terminar, me permito compartir aquí el broche de
oro que cerró esta reunión: Quien pregunta, también puede ser preguntado y
responder o no con libertad. Acorde a este principio, Daniela nos preguntó, a
Leonardo y a mí, si esta experiencia es importante para nosotros. Mi respuesta
fue SÍ, porque confirma que ante todo y por, sobre todo, somos personas, seres
pensantes y sintientes, sentipensantes. De hecho, yo no veo diferencia entre el
café filosófico que realizamos en la biblioteca y el que hacemos aquí.
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Lugar natal (Eduardo Kingman, 1989) |
Karla Portela R. y Germán Leonardo Cárdenas V.
Casa de la Filosofía
Cajicá, Colombia
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