Para la conservación de la cultura
indígena: comunalidad
Karla Portela Ramírez
En
el cartel del evento que nos convoca está escrita una frase con su respectiva
fecha: Primera vuelta al mundo 1519-1522,
para recordarnos que hace 500 años, “[…] la expedición Magallanes-Elcano
completó por primera vez la circunnavegación del planeta.” [1] De
manera que este año, 2022 conmemoramos el quingentésimo aniversario de la
primera vuelta al mundo; igualmente, hablando de aniversarios, este año se
cumplen 530 años del suceso histórico llamado “descubrimiento de América”,
acaecido el 12 de octubre de 1492. Así, podríamos enlistar una serie de
“cumple-años” ligados entre sí y por conmemorar, por ejemplo: la caída de
Tenochtitlan el 13 agosto de 1521; el fin del Imperio Inca con la toma de Cuzco
en 1533; la dominación de nuestra civilización muisca con la fundación de
Bogotá el 6 de agosto de 1538; o bien, hablando del municipio en que nos
encontramos, la fundación de Tabio el 7 de abril de 1603…
Sin
embargo, todos estos sucesos, todas estas conmemoraciones son fechas vacías,
carecen de significado para nosotros si desconocemos lo que hay en ellas. Lo
que otorga sentido a los aniversarios es la conciencia, el conocimiento y la
reflexión sobre los hechos, sobre las vivencias de las personas que
protagonizaron tales hechos y de quienes somos descendientes. De este modo, con
la intención de conocer y comprender el significado profundo de hechos
históricos como la primera vuelta al mundo y todos los anteriormente mencionados,
como primer paso señalamos un elemento común en todos ellos: el encuentro de
dos mundos, el contacto entre la cultura europea y la cultura no-europea. A
continuación, como paso segundo, aclaramos que en esta exposición nos
concentramos en el mundo de la cultura no-europea, el mundo de los pueblos
originarios, los indígenas.
Desde
esta perspectiva, dicho encuentro significó y significa conquista y
aniquilación de nuestros pueblos originarios, actualmente nombrados en Colombia
como “comunidades étnicas” para referir a la conservación de su “[…] identidad
a lo largo de la historia, como sujetos colectivos que aducen un origen, una
historia y unas características culturales propias, que están dadas en sus
cosmovisiones, costumbres y tradiciones.”[2]
Conservación de la identidad que se ha logrado en tres frentes: resistencia;
asimilación; y, exigencia de reconocimiento.
Con
relación a la exigencia de reconocimiento, un logro fundamental ha sido el
Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo sobre pueblos
indígenas y tribales en países independientes, adoptado el 27 de junio de 1989
y ratificado por Colombia mediante la Ley 21 de 1991, con el mismo valor
jurídico que la Constitución. Este tratado internacional se basa en el respeto
a las culturas y los estilos de vida de los pueblos indígenas y tribales, a la
vez que reconoce su derecho a definir sus propias prioridades para el
desarrollo; lo cual se plasma en dos postulados básicos: derecho a mantener y
fortalecer sus culturas, formas de vida e instituciones propias; y, derecho a
participar de manera efectiva en las decisiones que les afectan.[3]
El Convenio 169 de la OIT es
un instrumento jurídico que reconoce el valor intrínseco de las
culturas indígenas y ordena su salvaguardia. Empero, reconocer y proteger
requieren antes conocer; es decir que el reconocimiento, valorización y
salvaguarda de las culturas indígenas exigen de nosotros conciencia,
conocimiento y reflexión. Visto así y con la finalidad de aportar a la conservación
de la cultura indígena en general, en los párrafos subsecuentes se propone una
definición de cultura y sus elementos constituyentes, a partir de lo cual
descubrir el eje o corazón de la forma de vida de nuestros pueblos originarios
y determinar de qué manera podemos contribuir al fortalecimiento de las
culturas indígenas.
Definición
de cultura y sus elementos constituyentes
En el concepto de cultura
de los pueblos indios hay que incluir todo lo que se piensa, se dice, se hace y
se crea, es decir, todo el conjunto de: a) actividades económicas, políticas,
organizativas, ceremoniales o de cualquier otra índole; b) formas de organización,
económica, política, religiosa o de otro tipo que se practican; c) cargos,
funciones, papeles o roles que se desempeñan; d) patrones, normas, valores
principios y modelos o estilos de conducta, comportamiento, comunicación,
organización y de creación artística e intelectual; e) conocimientos, ideas,
saberes, tecnologías, historias, mitos, símbolos y demás creaciones
intelectuales y materiales que se construyen y utilizan con el objeto de
satisfacer las necesidades materiales o espirituales, y resolver los problemas
individuales, familiares, comunitarios o de un pueblo.[4]
Sobre lo anterior conviene
aclarar que cada elemento o rasgo cultural se relaciona directa o
indirectamente con los demás, integrando un sistema estructurado en el que
ningún elemento queda aislado ni fuera de él. A su vez, dado que dicho sistema
es resultado de un proceso histórico característico de cada individuo, familia,
comunidad o pueblo, su expresión concreta no es exactamente igual en todos los
casos, antes bien presenta múltiples y variadas manifestaciones.
Consecuentemente hay una cultura característica para cada pueblo, comunidad,
familia e incluso persona, la cual se realiza de forma diferente en cada
momento o circunstancia que se presenta. Aunque, en cada ocasión, se siguen las
normas generales del sistema.
Ahora bien, la cultura de
los pueblos originarios se expresa a través de tres categorías o grupos de
elementos: 1. Elementos fundamentales - constituyen un subsistema básico de
aprovechamiento de recursos naturales y de convivencia en comunidad, al que se
ha llamado comunalidad, y que bien
podría considerarse la esencia de esa cultura, por lo que son designados
también elementos básicos o centrales. Los elementos fundamentales son: tierra
o territorio comunal; trabajo colectivo o trabajo comunal; servicio o poder
político comunal; fiesta comunal o fiesta comunitaria; y, asamblea o asamblea
comunal. 2. Elementos auxiliares – aquellos que contribuyen a que se cumpla la
función de los fundamentales: derecho indígena; educación indígena tradicional;
lengua tradicional; y, cosmovisión. 3. Elementos complementarios - ayudan al
mantenimiento y reproducción de la vida individual y familiar: tecnologías; división
del trabajo; intercambio igualitario y recíproco de productos y servicios;
parentesco; actividades ceremoniales; expresiones artísticas e intelectuales;
y, juegos y entretenimientos.[5]
En torno al eje o corazón de la
forma de vida de nuestros pueblos originarios
En el estudio profundo del colectivismo indio se
trasciende su reconocimiento como característica para descubrirlo como valor
central, definitorio del ser indio, del modo de vida en los pueblos
originarios. La comunalidad aquí, no es una característica esporádica,
focalizada ni opcional, es omnipresente y vigente incluso fuera de la
comunidad, adaptada al mundo globalizado ha aprendido a ser transterritorial:
quienes han migrado y viven en otros lugares, obviamente no pueden trabajar
cotidianamente en la comunidad, sin embargo expresan su voluntad de ser parte
de ella mediante el envío de dinero para fiestas, cuando buscan personas que
cubran sus servicios o cuando regresan al ser electos para algún cargo. La
comunalidad más que una obligación es una sensación de pertenencia: cumplir es
pertenecer a lo propio, formar parte real y simbólica de una comunidad.
De hecho, se puede llegar
a ser monolingüe, no usar la vestimenta tradicional y dejar de practicar
rituales, pero no se puede dejar de servir a la comunidad –como sucede en los
pueblos cercanos a la ciudad–. Esto no significa que los elementos auxiliares y
complementarios de la cultura indígena carezcan de peso, elementos como el
idioma nativo, la vestimenta, la religiosidad propia o las costumbres
alimentarias, constituyen elementos clave de la identidad, aunque su pérdida no
implica necesaria ni inmediatamente la pérdida de la identidad.
Asimismo, la comunalidad
no es una cualidad exclusiva de los pueblos originarios, se manifiesta en numerosas
comunidades rurales no indígenas que se rigen por la reciprocidad y la
participación en cargos, asamblea, trabajos colectivos, fiesta e incluso poseen
comunalmente su territorio. De manera que sociedades comunales indígenas y no
indígenas conservan como eje de vida los cinco elementos fundamentales de la
comunalidad –tierra, trabajo colectivo, poder político comunal, fiesta comunal
y asamblea–. La diferencia consiste en el grado de conservación o pérdida de
los elementos auxiliares y complementarios.
En cuanto a los elementos
fundamentales podemos afirmar que son los principios comunitarios en que se cimienta
la realidad indígena; por lo que no son coyunturales, sino históricos:
producidos, practicados y sancionados socialmente entre nuestros pueblos. De
hecho, son estos principios comunitarios lo que ha permitido la continuidad de
lo indígena; indudablemente se han modificado adecuándose a las exigencias del
tiempo, pero su esencia permanece. Abreviando, la comunalidad es el eje o
corazón de la forma de vida de nuestros pueblos originarios; la comunalidad
constituye la identidad de la cultura indígena.
Corresponde ahora
preguntar, ¿en qué consiste la comunidad y qué se entiende por comunalidad? Para
un académico o un político de la cultura occidental, la comunidad es un
agregado de individuos a partir de su aislamiento egocéntrico; desde este punto
de vista la comunidad es aritmética. Para el indígena, de entrada “comunidad”
no es una palabra indígena, aunque es la que refleja mejor el modo de vida en los
pueblos originarios. Igualmente, en oposición al concepto occidental, la
comunidad indígena es geométrica y no se trata de un concepto abstracto.[6]
Una comunidad indígena no es únicamente el conjunto de casas con personas, sino
de personas con historia, pasada, presente y futura, que no sólo se pueden
definir concretamente, físicamente, sino también espiritualmente con relación a
la naturaleza toda.
De acuerdo con lo anterior
se entiende por comunidad lo más visible, tangible, lo fenoménico del modo de
vida en los pueblos originarios; correlativamente se concibe como comunalidad
la inmanencia de la comunidad, lo que no es visible, sino impalpable, lo
espiritual: la serie de relaciones, primero con la gente y el espacio, y en
segundo término, entre las personas. En otras palabras, la comunidad, la
comunalidad radica en la dinámica, la energía subyacente y actuante entre los
seres humanos entre sí y de estos con todos y cada uno de los elementos de la
naturaleza.[7]
Todo ello no como algo opuesto sino diferente de la sociedad occidental.
A
manera de síntesis y conclusión
Conmemorar
una fecha, un aniversario tiene sentido cuando conocemos lo que hay en ella,
sus hechos y las vivencias de los protagonistas; lo que otorga sentido a una
conmemoración es la conciencia, el conocimiento y la reflexión. Parar lograr
esto, en el caso particular de la primera vuelta al mundo y otros hechos
relacionados como el llamado descubrimiento de América, la caída de los
imperios indígenas y la fundación de asentamientos coloniales, hemos propuesto
dos pasos: el primero, identificar un elemento común a todos ellos, esto es, el
encuentro o choque de dos culturas; el segundo paso, ubicar el espacio de nuestra
reflexión, que en este caso consiste en la cultura de los pueblos originarios,
los indígenas.
Ahora
bien, para estas culturas más que un encuentro de dos mundos, ha sido un choque
violento que amenaza con su aniquilación. Consecuentemente han adoptado y
vivido desde hace más de 500 años en una actitud constante de lucha,
resistencia y exigencia de reconocimiento, todo para conservar su forma de
vida, su identidad, sus culturas. No obstante, para que esta lucha y
resistencia sean efectivas, nos parecen necesarios una conciencia clara y un
conocimiento real sobre la cultura indígena y sus elementos constituyentes,
porque se puede defender, proteger y dar continuidad sólo a aquello que se
conoce. La lucha y la resistencia genuinas exigen conciencia y conocimiento
claros y profundos.
Así,
en lo que podría considerarse un tercer paso, nos adentramos a definir qué es
la cultura indígena y cuáles son sus elementos. Entendemos por cultura de los pueblos indios todo lo
que se piensa, se dice, se hace y se crea. Con relación a los elementos
constituyentes de las culturas indígenas, encontramos tres clases o grupos. Elementos
fundamentales: territorio; trabajo colectivo; servicio o poder político
comunal; fiesta comunal; y, asamblea. Elementos auxiliares: derecho; educación tradicional;
lengua tradicional; y, cosmovisión. Elementos complementarios: tecnologías;
división del trabajo; intercambio igualitario y recíproco de productos y
servicios; parentesco; actividades ceremoniales; expresiones artísticas e
intelectuales; y, juegos y entretenimientos.
Ahora bien, en el eje o
corazón de la forma de vida de las comunidades étnicas se encuentra el
colectivismo, la comunalidad, que no es una obligación, sino una sensación de
pertenencia. Entendemos por comunidad lo más visible, tangible, lo fenoménico
del modo de vida en los pueblos originarios; correlativamente se concibe como
comunalidad la inmanencia de la comunidad, lo que no es visible, sino
impalpable, lo espiritual: la serie de relaciones, primero con la gente y el
espacio, y en segundo término, entre las personas. La comunalidad radica en la
dinámica, la energía subyacente y actuante entre los seres humanos entre sí y
de estos con todos y cada uno de los elementos de la naturaleza.
Con base en todo lo
anterior, la propuesta central de la presente exposición consiste en afirmar
que la conservación de la identidad indígena no radica en la supervivencia de
elementos culturales como el vestido o el idioma, tampoco en la continua
realización de elementos como actividades ceremoniales y expresiones artísticas
o intelectuales, por mencionar algunos de los elementos complementarios y
auxiliares de la cultura indígena, que sin bien contribuyen al funcionamiento,
mantenimiento y reproducción de la vida individual y familiar de las
comunidades étnicas, en cierto sentido y medida son prescindibles o hasta
contingentes. La fuente de vida, el corazón que palpita y ha vivificado a las
culturas indígenas, aún en contra de adversidades de todo tipo, durante siglos
es su espíritu comunal, que se manifiesta y sustenta a la vez en cinco pilares
u horcones: territorio; trabajo colectivo; servicio; fiesta y asamblea. Cinco
elementos fundamentales que integran la comunalidad de los indígenas entre sí y
con la naturaleza. De manera que para conservación de la cultura indígena lo
que debe persistir es la comunalidad.
Referencias
y bibliografía
[1] Lira,
Emma. (2022). La primera vuelta al mundo.
Historia, National Geographic. Recuperado el 3 de septiembre de 2022 de: https://historia.nationalgeographic.com.es/a/primera-vuelta-mundo_14660
[2] Grupos étnicos. Ministerio de Salud y Protección Social. Recuperado el 3 de septiembre de 2022 de:
[3] ¿Qué es el Convenio 169 de la OIT y por qué es tan importante?. Gaia Amazonas. Recuperado el 3 de septiembre de 2022 de:
[4] Rendón, Monzón Juan José y Manuel Ballesteros Rojo. (2003). La comunalidad. Modo de vida en los pueblos indios. Recuperado el 11 de enero de 2021 de:
https://es.scribd.com/document/409188449/La-comunidalidad-La-forma-de-vida-en-los-pueblos-indios-pdf.
Pág. 16
[5] Ídem.
[6] Díaz, Floriberto en Rendón, Monzón Juan José y Manuel Ballesteros Rojo. (2003). La comunalidad. Modo de vida en los pueblos indios. Recuperado el 11 de enero de 2021 de:
https://es.scribd.com/document/409188449/La-comunidalidad-La-forma-de-vida-en-los-pueblos-indios-pdf.
Pág. 61
[7] Ídem. Pág. 62
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