Quarume. Jamás volver atrás
(Arturo M. Merelo, 2018)
“Ella ha desaparecido. La única posibilidad: una
huída. Estaba solo. Solo adentro. Buscaba una mano que me condujera, una mano
fraterna que me llevara hasta la batalla con mis propias vísceras.”
La
imagen inicial parece ser un laberinto de piedra, acompañada por música tranquila,
tenue…* Quizá la causa del dolor es externa,
pero la cura está dentro, en el propio interior, sólo hace falta la oportuna
compañía de quien por amistad y con amor fraternal nos conduce a nuestras
entrañas, a las propias vísceras donde nace y emana amor y dolor.
Quarume es una
alegoría, una constante metáfora del ser interior con la ciudad, sus calles y
edificios, con la comida hecha de vísceras animales limpias, cuidadosamente
preparadas, y con cada uno de nosotros que guardamos dentro emociones e ideas,
sentires y pensares. Entre el hombre, sus alimentos y las calles que transita
existe comunicación, un vínculo íntimo e indisoluble.
Ulises
atraviesa un mal momento, el vacío desesperante que deja la pérdida, que duele
dentro y difícilmente se expresa con palabras, aunque sí con gestos y
movimientos. Angelo recibe a Ulises (habrá que poner atención en el nombre
porque no hay mayor odisea que sumergirse en el propio interior) y lo conduce
por la ciudad para degustar platillos que devuelven el amor por la vida, al
mismo tiempo que escucha las vivencias, los consejos de quienes cocinan y
venden tales manjares, casi todos elaborados con lo que algunos considerarían
basura.
“Quarume, comer quarume es terapéutico.”
Adentrarse
en uno mismo y librar esa batalla interna remedia, sana, cura. La belleza de
este cortometraje radica en su profunda y nítida sensibilidad, en la armoniosa
comunión de imagen y sonido, pero sobre todo en el espléndido regalo que nos da
al hacernos recordar que no vale volver atrás, que hay que proseguir el camino,
sólo falta “Recuperar algo que sabía que tenía, pero que no sabía dónde se
encontraba”, reconoce Ulises casi al final.
Muchas
veces la cura no está en la luz, sino en la penumbra, no se encuentra afuera
sino dentro, así lo hace sentir Quarume
cuando nos conduce por las calles de un lugar idílico, Italia, pero no en sus
ciudades reconocidas por su encanto arquitectónico, sino en lugares de Sicilia
como Palermo, Poggioreale y Gibellina en su vida cotidiana, cuando nos presenta
comida tradicional, aunque no en restaurantes lujosos ni medianamente
suntuosos, sino en la calle, cuando nos invita a saborear platillos compuestos
no con ingredientes comunes y preciados por la mayoría, sino con vísceras, con
desechos. Esta obra toca el alma porque nos recuerda que aunque estemos
des-hechos, como se ve a Ulises gritando en silencio, perdido en un pueblo en
ruinas**, los desechos no son sólo desechos,
hay que darles otro valor, resignificar el dolor en fortaleza y bienestar.
“Hace falta estar tranquilo, dar tiempo al tiempo,
que el amor llega de nuevo y bien.”
Karla Portela Ramírez, Fil(m)osofía
Primavera de 2018
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