lunes, 19 de marzo de 2018

#15 Fil(m)osofía "La Mina" - Perfectos desconocidos

Perfectos desconocidos
(Álex de la Iglesia, 2017)



La película original es italiana, del año 2014, por el director Paolo Genovese y se titula “Perfetti sconosciuti”; nombre que conserva en su versión española, “Perfectos desconocidos”, pero ¿qué tanto le queda el título?, cuestionó uno de los participantes en nuestra sesión #15 de Fil(m)osofía, porque tan es que se conocen bien, que saben cómo reaccionarían los demás si les contasen todo, y precisamente por eso prefieren callar algunas cosas, guardar algún secreto, o más de uno. Así, desde el título confirmamos la posibilidad de distintas interpretaciones y se entabla el juego cinematográfico –lo que el filme, el director quiere transmitir y lo que los espect-actores perciben, interpretan–, porque en la perspectiva de otros de los participantes, justo porque guardan secretos es que en realidad o verdaderamente no se conocen, a pesar de ser viejos y buenos amigos o incluso pareja, se desconocen, ninguno conoce tan bien a los otros como piensan, son perfectos desconocidos.



Probablemente la película no es extraordinaria y hasta resulte predecible, además de que su estructura es teatral (todo se desarrolla en un mismo escenario) y en ese aspecto puede llegar a ser aburrida, pero la elegimos para esta charla filosófica por dos motivos: es comedia, hace reír bastante y al mismo tiempo promueve la reflexión en tanto que contiene el factor espejo, presenta distintas personalidades, estatus sociales y circunstancias con las que permite identificar a personas que conocemos o a nosotros mismos.

Ahora bien, tratándose de un personaje protagonista colectivo, un grupo de amigos integrado por tres parejas heterosexuales y un amigo soltero, también nos preguntamos si en verdad ellos son los protagonistas o lo es la tecnología, específicamente el teléfono celular, porque este aparato de comunicación es lo que desata la trama, el conflicto… Aunque igualmente cuestionamos cuál es el conflicto: ¿la influencia/determinación de la tecnología en nuestras relaciones interpersonales?, ¿la disyuntiva monogamia/poligamia?,  ¿o la falta de sinceridad y confianza en la comunicación?

Comenzando por esto último y como bien dijo uno de nuestros amigos, de entrada caemos en dos falacias: afirmar que tu pareja debe ser tu mejor amigo(a) y que a tu mejor amigo(a) le debes contar absolutamente todo. Al respecto todos los presentes coincidimos en que por salud emocional y mental todos tenemos secretos, hay cosas que para evitar problemas preferimos no decir, además de que todos tenemos derecho a la intimidad, a reservarnos algunas cosas que pensamos, sentimos o hacemos. Por lo tanto guardar secretos no implica falta de sinceridad ni de confianza en la comunicación; tal vez hasta podríamos considerar al hecho de decirlo todo, como “sincericidio”.

Con relación a la disyuntiva monogamia/poligamia, nuestra plática se dirigió a los “roles sociales” y las pautas de conducta que encierran, es decir, cómo debo o no comportarme; por ejemplo, si hago tal o cual cosa, soy buen hijo, si no lo hago o incluso hago lo contrario, soy mal hijo. De tal suerte que a una misma persona le corresponden distintos roles según el escenario, como hijo, como padre, como pareja, como amigo, en su profesión, en su trabajo, como vecino, etc. En torno a esto, surgieron varias interrogantes: ¿desempeñar-jugar distintos roles no entraña el peligro de caer en la incongruencia?, por ejemplo, que justo lo que como padre prohíbo es lo que hago como hijo, que los consejos que doy como amigo representan exactamente lo que yo no practico... Otro de los puntos en el debate fue si afirmar la existencia de roles sociales se traduce en un determinismo social en el que si no se cumple con lo exigido entran en crisis las relaciones interpersonales. Aquí también todos, estuvimos de acuerdo en que lo mejor sería cuestionar-criticar-analizar los roles sociales en sus implicaciones, para decidir si estamos de acuerdo o no, si los seguimos o no.

Sobre el papel que juega la tecnología, especialmente los medios telemáticos en nuestras relaciones apuntamos entre otras cosas que innegablemente influyen en nuestra comunicación, debido a su inmediatez no dan tiempo de pensar y re-pensar, dificultan la reflexión sobre lo que recibimos y emitimos, por su inmensidad envolvente desdibujan la línea entre vida pública y vida privada, tiempo de trabajo y tiempo de ocio, ocasionando una falsa intimidad o incluso dando lugar al exhibicionismo. Aunque no se puede hablar de determinismo porque la tecnología no es responsable, sino nosotros, no son los mensajes lo que destruye, sino el emisor y sus intenciones.

Ya al final de nuestra reunión y como broche de oro, uno de nuestros invitados dirigió nuestra atención hacia algo que hasta el momento habíamos pasado por alto: la violencia. Es verdad que desde el inicio hasta el final y en forma creciente la violencia está presente en toda la película, incluso en un momento que a primera instancia parece ser la única intervención asertiva, se violenta la intimidad, la confianza y apertura de uno de los personajes cuando se exhibe sin miramiento alguno una vivencia especial y delicada.

Sí, quizá no fue una gran película –y en este momento podríamos dialogar sobre qué hace buena a una película–, pero nos hizo reír y sobre todo, dio mucho que pensar y compartir. Muchas gracias una vez más a quienes nos acompañan en este proyecto de practicar filosofía fuera de las aulas escolares-institucionales, de hacer filosofía en la ciudad.






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