jueves, 17 de septiembre de 2015

es inmadura


¿A qué se refiere la gente cuando dice: “es una persona inmadura”?
Personas inmaduras y maduras…



Madurez e inmadurez recuerdan a frutas y verduras que “ya están para comerse o no”. Recuerdo no en vano, puesto que de hecho esta es la primera acepción que aparece en el DRAE sobre la palabra “madurez”: “sazón de los frutos”. Pero no hablo aquí de comestibles sino de personas, por lo que atiendo a la segunda y tercera acepciones: “buen juicio, prudencia, sensatez” y “edad de la persona que ha alcanzado su plenitud vital y aún no ha llegado a la vejez”…

Ciertamente ser maduro implica buen juicio, prudencia y sensatez, e igualmente certero es que solemos relacionar la madurez de las personas con su edad, con el tiempo que han vivido, debido esto, en mi opinión, al hecho de que supuestamente aprendemos de nuestras experiencias, por lo que más tiempo hayamos vivido, más maduros seremos.

Tendría entonces que presentarse una justa relación de proporcionalidad directa entre la edad cronológica y la madurez en la personalidad; lamentablemente y por lo general no sucede así: en su mayoría, la madurez de las personas no corresponde a los años vividos, probablemente esto signifique que poco o nada han aprendido de sus vivencias, de sus experiencias, por lo que en cierto sentido cabría decir que en realidad “no han vivido”, sino “existido”.

Tratar ahora la diferencia entre “vivir” y “existir” no pertenece al tema de este momento, de manera que en lo subsecuente resumo entre muchas características que encontré, aquellas que me parecen centrales y de las cuales parecen derivar todas las otras que se puedan mencionar. Aclaro, sin que esto sea ley o fórmula, bien sabemos que la naturaleza humana es compleja y se escapa a reduccionismos; empero, es posible señalar rasgos comunes, en este caso sobre quienes carecen de madurez.

* Características de las personas inmaduras (sin importar el orden de mención)

Equívoco, escaso o incluso nulo autoconocimiento
Carecen de una noción clara sobre sus características, es decir, sus cualidades y defectos; desconocen sus competencias, aptitudes y actitudes; tampoco precisan cuáles son sus valores y creencias, necesidades e intereses, menos aún identifican sus sentimientos y qué los origina.

En consecuencia de tal falta de conocimiento sobre sí mismo, frecuentemente sus planteamientos son incoherentes, su identidad personal no está suficientemente configurada y tienen dificultad en admitir carencias, fallos y limitaciones propios y de las otras personas.

Inestabilidad emocional
Las personas inmaduras sufren altibajos de ánimo que en la mayoría de las ocasiones tienen motivo en hechos insignificantes, como algún comentario desfavorable en boca de otra persona. Así, su fragilidad emocional les hace intolerantes a la frustración, reaccionando impulsiva o hasta agresivamente cuando los hechos no corresponden a sus expectativas, lo cual obviamente deteriora sus relaciones interpersonales, que casi siempre son un tanto conflictivas.

Irresponsabilidad
En su incapacidad por admitir y enfrentar carencias, fallos y limitaciones pretenden lograr lo que quieren en forma inmediata, obtener beneficios a corto plazo; de manera que cuando surgen dificultades, se presentan situaciones complicadas tienden a evadir la realidad, no asumen responsabilidad alguna y en ese sentido, son incapaces también de asumir compromisos.  

Dependencia
Incapaces de asumir responsabilidades y compromisos, las personas no maduras difícilmente se desenvuelven por sí mismas, no logran vivir con auténtica autonomía, antes bien, dependen de alguien más económica, intelectual y emocionalmente.

Arrogancia
La falta de autoconocimiento deriva en baja autoestima y esta, en inseguridad. Es así que sintiéndose inseguros, vulnerables frente a los demás, las personas inmaduras adoptan como defensa una actitud arrogante, es decir, soberbia y altanera; creyéndose superiores a los otros se cierran a lo que no es suyo, a las opiniones, necesidades e intereses de quienes les rodean, ocasionando falta de apertura, de disposición al diálogo y la negociación.

Falta de proyecto de vida
En la carencia de valores y creencias sólidos, en su huída de las dificultades, en su evasión de la realidad que les impide ser responsables y comprometerse, no son capaces de construir un proyecto de vida, no tienen objetivos vitales realistas, se sienten desorientados, sin saber a dónde dirigir su vida. Situación que les hace presas fáciles de influencias externas y pasajeras, al tiempo que se dejan llevar por sus apetencias y deseos momentáneos sin considerar consecuencias futuras en ellos y en los demás.

Con base en todo lo anterior es posible afirmar que la personalidad inmadura presenta un marcado infantilismo -sin desdeñar a los niños-, en el sentido de que la edad cronológica no corresponde a la edad psicológica, la primera es mayor a la segunda.


Fuente: Vive y sé feliz

 Ahora bien, ¿cómo es entonces una persona madura? Es alguien que se conoce lo suficiente al menos para armarse un proyecto de vida acorde a sus cualidades y defectos, aptitudes y actitudes, necesidades e intereses, valores y creencias; es alguien que reconoce y acepta que cumplir las expectativas exige tiempo, trabajo y esfuerzo porque siempre habrá dificultades, circunstancias complejas que es capaz de enfrentar con responsabilidad y compromiso. Todo lo cual le hace independiente, autónomo, sin mostrarse por ello arrogante o con ínfulas de superioridad, por lo contrario siempre está abierto al diálogo y la negociación con las otras personas. Manifestándose esta actitud ante la vida en equilibrio emocional.

Me pregunto ahora, ¿cuántas personas maduras conozco?, ¿tendré la fortuna de encontrarme entre ellas? 

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