¿A qué se refiere la gente cuando
dice: “es una persona inmadura”?
Personas inmaduras y maduras…
Madurez e inmadurez recuerdan a frutas y verduras
que “ya están para comerse o no”. Recuerdo no en vano, puesto que de hecho esta
es la primera acepción que aparece en el DRAE sobre la palabra “madurez”: “sazón
de los frutos”. Pero no hablo aquí de comestibles sino de personas, por lo que
atiendo a la segunda y tercera acepciones: “buen juicio, prudencia, sensatez” y
“edad de la persona que ha alcanzado su plenitud vital y aún no ha llegado a la
vejez”…
Ciertamente ser maduro implica buen juicio,
prudencia y sensatez, e igualmente certero es que solemos relacionar la madurez
de las personas con su edad, con el tiempo que han vivido, debido esto, en mi
opinión, al hecho de que supuestamente aprendemos de nuestras experiencias, por
lo que más tiempo hayamos vivido, más maduros seremos.
Tendría entonces que presentarse una justa relación
de proporcionalidad directa entre la edad cronológica y la madurez en la
personalidad; lamentablemente y por lo general no sucede así: en su mayoría, la
madurez de las personas no corresponde a los años vividos, probablemente esto
signifique que poco o nada han aprendido de sus vivencias, de sus experiencias,
por lo que en cierto sentido cabría decir que en realidad “no han vivido”, sino
“existido”.
Tratar ahora la diferencia entre “vivir” y
“existir” no pertenece al tema de este momento, de manera que en lo subsecuente
resumo entre muchas características que encontré, aquellas que me parecen
centrales y de las cuales parecen derivar todas las otras que se puedan
mencionar. Aclaro, sin que esto sea ley o fórmula, bien sabemos que la
naturaleza humana es compleja y se escapa a reduccionismos; empero, es posible
señalar rasgos comunes, en este caso sobre quienes carecen de madurez.
* Características de las personas inmaduras (sin
importar el orden de mención)
Equívoco, escaso o incluso nulo autoconocimiento
Carecen de una noción clara sobre sus
características, es decir, sus cualidades y defectos; desconocen sus
competencias, aptitudes y actitudes; tampoco precisan cuáles son sus valores y
creencias, necesidades e intereses, menos aún identifican sus sentimientos y qué los origina.
En consecuencia de tal falta de conocimiento sobre
sí mismo, frecuentemente sus planteamientos son incoherentes, su identidad
personal no está suficientemente configurada y tienen dificultad en admitir
carencias, fallos y limitaciones propios y de las otras personas.
Inestabilidad emocional
Las personas inmaduras sufren altibajos de ánimo
que en la mayoría de las ocasiones tienen motivo en hechos insignificantes,
como algún comentario desfavorable en boca de otra persona. Así, su fragilidad
emocional les hace intolerantes a la frustración, reaccionando impulsiva o
hasta agresivamente cuando los hechos no corresponden a sus expectativas, lo
cual obviamente deteriora sus relaciones interpersonales, que casi siempre son
un tanto conflictivas.
Irresponsabilidad
En su incapacidad por admitir y enfrentar
carencias, fallos y limitaciones pretenden lograr lo que quieren en forma
inmediata, obtener beneficios a corto plazo; de manera que cuando surgen dificultades,
se presentan situaciones complicadas tienden a evadir la realidad, no asumen
responsabilidad alguna y en ese sentido, son incapaces también de asumir
compromisos.
Dependencia
Incapaces de asumir responsabilidades y
compromisos, las personas no maduras difícilmente se desenvuelven por sí
mismas, no logran vivir con auténtica autonomía, antes bien, dependen de
alguien más económica, intelectual y emocionalmente.
Arrogancia
La falta de autoconocimiento deriva en baja
autoestima y esta, en inseguridad. Es así que sintiéndose inseguros,
vulnerables frente a los demás, las personas inmaduras adoptan como defensa una
actitud arrogante, es decir, soberbia y altanera; creyéndose superiores a los
otros se cierran a lo que no es suyo, a las opiniones, necesidades e intereses
de quienes les rodean, ocasionando falta de apertura, de disposición al diálogo
y la negociación.
Falta de proyecto de vida
En la carencia de valores y creencias sólidos, en
su huída de las dificultades, en su evasión de la realidad que les impide ser
responsables y comprometerse, no son capaces de construir un proyecto de vida,
no tienen objetivos vitales realistas, se sienten desorientados, sin saber a
dónde dirigir su vida. Situación que les hace presas fáciles de influencias
externas y pasajeras, al tiempo que se dejan llevar por sus apetencias y deseos
momentáneos sin considerar consecuencias futuras en ellos y en los demás.
Con base en todo lo anterior es posible afirmar que la
personalidad inmadura presenta un marcado infantilismo -sin desdeñar a los
niños-, en el sentido de que la edad cronológica no corresponde a la edad
psicológica, la primera es mayor a la segunda.
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Fuente: Vive y sé feliz |
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