Trabajar - divina condena
Trabajar de 10 a 12 horas por día y no ser suficiente, tener dos o
tres trabajos, correr de uno a otro para ver si entre todos se acumula un
ingreso que solvente los gastos necesarios más dos que tres “superfluos”…
Pensar, creer, sentir, experimentar el hecho de trabajar
únicamente porque se encuentra en esta actividad “el medio” para obtener
recursos, “dinero” para vivir, hacer, para ser y existir…
Trabajar como “medio” y no como “fin en sí”, como algo que
vale en tanto que permite acceder a algo que sí es fruitivo y no como algo que en sí mismo es fruición; el
trabajo como algo que vale por lo que “da” y no como algo que vale por lo que “es”…
Leyendo nuevamente el diccionario de N. Abbagnano: … el
trabajo, maldición divina que siguió al pecado original, de acuerdo con la
Biblia; mismo texto en que San Pablo sentencia: “Quien no quiera trabajar, que
no coma…”
Vivir el trabajo únicamente como “medio” se asocia inmediata e
irremediablemente a su concepción de “condena”, exigencia, pena, fatiga y hasta
degradación especialmente cuando se trata de un trabajo físico, manual, en
contraposición al trabajo intelectual que siempre es mejor valorado y reconocido, mejor pagado…
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Fuente: Andrea Saracco Blog |
P.d.- Sin queja ni lamento, solo en reconocimiento, aclaro
que fue precisamente por mi horario laboral, por el trabajo físico e
intelectual que implica y me cansa, que escribo hasta ahora en este mi blog…
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