Cerrar un ciclo.
Termino con el café filosófico (por ahora).
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"The Balance", by Christian Schloe. |
A partir de las
vivencias, surgen sentimientos e ideas, pensamos sobre tales vivencias, sentimientos-emociones e ideas que de ahí
surgieron, las reflexionamos, nos dan vuelta en la cabeza, bajan hacia el
corazón para subir de nuevo entablando un diálogo-ida-y-vuelta entre lo que
pienso y lo que siento sobre lo que vivo, lo que he vivido y lo que quiero vivir… En ese vaivén y en
algunas ocasiones a partir del entramado o enredado –según sea el caso- de
hilos racionales e hilos emocionales ¡se arma un plan! Construyes un proyecto y
una vez que sientes, crees está suficientemente fundamentado, te lanzas a
concretarlo, ¡hacerlo realidad!... (Esto es en parte lo que me sucede,
seguramente a otras personas también, cuando decido hacer algo.)
Así comenzó para
mí lo que en su momento llamé “la práctica de mi actividad filosófica <no
académica>”: organizar “nuestro café filosófico” y redactar este blog. De
este modo, en las primeras tres publicaciones establecí los fundamentos
teóricos de dicha práctica, en las tres siguientes compartí el antecedente de
mi nueva práctica filosófica, ya en la cuarta y quinta entradas del blog
expliqué el “qué”, “para qué” y “cómo” del filocafé, además de un poco historia
sobre el mismo, considerando que siempre es importante comprender “qué se hace”
y “para qué”.
El viernes 30 de
enero de 2015 a las 18:30 hrs, día y hora consensados con los participantes,
tuvimos nuestro primer café filosófico… el cual, en pocas palabras, no fue lo
que esperábamos, pareció un “re-encuentro” de profesoras y alumnos, más que una
práctica filosófica. Intentando mejorar, por iniciativa de los asistentes y
mediante votación se estableció qué tema trataríamos en el siguiente café; el
acuerdo democrático y casi unánime, aún así tampoco el segundo café cubrió
nuestras expectativas…
Podría detallar a
manera de escrito periodístico, es decir, responder a las siete famosas
preguntas que conforman una noticia: ¿qué?, ¿quiénes?, ¿cuándo?, ¿dónde?,
¿cómo?, ¿por qué?, y si resulta pertinente al caso, ¿para qué? Pero lo que yo
intento aquí y en este momento no es “contarles el chisme” –sin que esto
signifique que las noticias son un chisme, depende del tratamiento que se les
dé-, lo quiero es “cerrar un ciclo”. Bien podría “desaparecer” y ya, no soy
así, todo lo que inicio, lo termino; si abro algo, no me voy sin antes cerrarlo.
La tercera
reunión, el pasado viernes 20 de marzo, trató de eso, agradecerles su interés
en ayudarme a concretar este plan y explicarles por qué decido terminarlo:
Desde mi
perspectiva la vida no se trata de “caer y levantarse”, para caer más adelante
y levantarse de nuevo; la vida no consiste en “caídas” y “levantadas”
sucesivas, cadena cuyos eslabones son ensayo-error-ensayo-error… No quiero que
mi vida sea una gran experiencia del tipo “ensayo-error”, quiero, decido y
trabajo porque sea una “experiencia reflexiva”, que mis acciones tengan sentido
porque sé bien “qué hago” y “para qué”.
En el caso de
este proyecto, de esta idea que intenté concretar, hacer realidad –me refiero a
nuestro café filosófico-, no me conformo con reconocer que no salió bien, no
como queríamos, antes bien, me detengo, reflexiono y analizo “por qué no ha
funcionado” y “cómo habré de hacerlo en una experiencia futura” para lograr mi
objetivo o aproximarme cada vez más a su concreción.
Esta es una de
las razones por las que amo leer, -y aprovecho como siempre que tengo la
oportunidad, para agradecer a la persona que me enseñó, aunque no se enteré:
infinitas gracias, Maestra Graciela Méndez Mancilla-, leyendo siempre encuentro
algo y/o alguien que me “da luz”… Así, buscando comprender por qué no resultó
como quería y qué necesito modificar para la consecución del resultado
anhelado, encontré a Isaac Asimov y lo que él define como “cerebration sessions”, las cuales inmediatamente asocié con los
cafés filosóficos por la finalidad que en cierto sentido comparten: proceso
creativo, elucubración y nuevas ideas, reuniones-diálogo con el propósito de
obtener-generar-crear ideas.
Escuchando a
Asimov comprendo claramente qué faltó, qué debo agregar-cambiar para la próxima.
Aunque antes de explicitar qué fue, quiero aclarar que no es responsabilidad
mía o no solamente mía, sino nuestra, porque la práctica filosófica propuesta
al igual que toda actividad-acción humana encierra corresponsabilidad, se
comparten los actos y las consecuencias de estos. De hecho este sería el tema
de nuestro último café, la idea-intención era que juntos analizáramos que
ocurrió, no hubo oportunidad de que así fuera, no cuando fueron más los ausentes
que los presentes… Por ende, mi análisis expresado en los siguientes renglones
se refiere únicamente a mí en calidad de “organizadora”, no puedo hablar por
los otros, por los otros que de una u otra manera participaron en el café.
Esto es lo que
me faltó: relax.
En el DRAE
“relax” está definido como “relajamiento físico o psíquico producido por ejercicios adecuados o por
comodidad, bienestar o cualquier otra causa”. Al indagar en el mismo
diccionario sobre qué es “relajamiento”, me remiten al verbo “relajar”, que
presenta trece acepciones y entre las cuales considero pertinentes al asunto en
cuestión solamente dos: “esparcir o distraer el ánimo con algún descanso” y “conseguir
un estado de reposo físico y moral, dejando los músculos en completo abandono y
la mente libre de toda preocupación”.
Me
faltó “relajamiento” no físico, sino psíquico, porque no me sentía “cómoda”; me
faltó relajamiento porque en la “incomodidad” no logré distraer mi ánimo, no
conseguí un estado de reposo moral en el que mi mente se sintiera libre de toda
“preocupación”.
Ahora
bien, ¿por qué no me sentía “cómoda”, por qué no me sentía “libre de toda
preocupación”? De una u otra forma ya lo mencioné, quedó anticipado cuando dije
que “pareció un re-encuentro de profesoras y alumnos”. “Transportamos” nuestros
roles de “maestra” y “alumn@” a nuestro café filosófico; rol, función, papel,
envestidura o como se le quiera llamar, de “maestra”, que al menos para mí
conlleva una “Gran Responsabilidad”, sí en sentido-connotación positiva, pero
que no corresponde, no es oportuna ni aporta al tipo de reunión-diálogo del que
hoy se trataba, el filocafé como modalidad de la filosofía práctica no
académica, no formal. Aunado a lo anterior y ya en un nivel individual-persona singular, actualmente
mi mente no está “libre”, aunque tampoco “pre-ocupada”, sino “ocupada” casi por
completo en la concreción de otro proyecto y hacer bien las cosas en nuestro café
filosófico, esto es, de manera que logrará su propósito, requeriría que “realmente
nos ocupáramos de ello”, para lo cual, basándome en las evidencias, en los
hechos, categóricamente afirmo que “no es el momento”, no para mí ni para ustedes.
Sintetizando,
nuestro café filosófico-cerebration sessions no se desarrolló de acuerdo al
plan, no cumplió con su propósito porque careció del que quizás sea el
principal –en el sentido de que es lo primero que debe darse- ingrediente,
elemento, factor para que este tipo de reuniones creativas prosperen: “un
ambiente absolutamente relajado en el que los participantes discuten temas
interesantes sin sentir ninguna responsabilidad”.
Así, hoy
termino con el café filosófico (por ahora).
Gracias
por el interés expresado a través de “likes”, “mensajes inbox”,
“mensajes en el
muro”, por la disposición manifiesta en su “asistencia”;
gracias también por el
interés o curiosidad que les mueve a leer mis publicaciones
y del que me entero
por las “estadísticas” en el blog.
Gracias lejanas y virtuales, no obstante sinceras
y humanas.
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