domingo, 22 de marzo de 2015

cerrar un ciclo

Cerrar un ciclo. 

Termino con el café filosófico (por ahora).



"The Balance", by Christian Schloe.

A partir de las vivencias, surgen sentimientos e ideas, pensamos sobre tales vivencias, sentimientos-emociones e ideas que de ahí surgieron, las reflexionamos, nos dan vuelta en la cabeza, bajan hacia el corazón para subir de nuevo entablando un diálogo-ida-y-vuelta entre lo que pienso y lo que siento sobre lo que vivo, lo que he vivido y lo que quiero vivir… En ese vaivén y en algunas ocasiones a partir del entramado o enredado –según sea el caso- de hilos racionales e hilos emocionales ¡se arma un plan! Construyes un proyecto y una vez que sientes, crees está suficientemente fundamentado, te lanzas a concretarlo, ¡hacerlo realidad!... (Esto es en parte lo que me sucede, seguramente a otras personas también, cuando decido hacer algo.)

Así comenzó para mí lo que en su momento llamé “la práctica de mi actividad filosófica <no académica>”: organizar “nuestro café filosófico” y redactar este blog. De este modo, en las primeras tres publicaciones establecí los fundamentos teóricos de dicha práctica, en las tres siguientes compartí el antecedente de mi nueva práctica filosófica, ya en la cuarta y quinta entradas del blog expliqué el “qué”, “para qué” y “cómo” del filocafé, además de un poco historia sobre el mismo, considerando que siempre es importante comprender “qué se hace” y “para qué”.

El viernes 30 de enero de 2015 a las 18:30 hrs, día y hora consensados con los participantes, tuvimos nuestro primer café filosófico… el cual, en pocas palabras, no fue lo que esperábamos, pareció un “re-encuentro” de profesoras y alumnos, más que una práctica filosófica. Intentando mejorar, por iniciativa de los asistentes y mediante votación se estableció qué tema trataríamos en el siguiente café; el acuerdo democrático y casi unánime, aún así tampoco el segundo café cubrió nuestras expectativas…

Podría detallar a manera de escrito periodístico, es decir, responder a las siete famosas preguntas que conforman una noticia: ¿qué?, ¿quiénes?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿cómo?, ¿por qué?, y si resulta pertinente al caso, ¿para qué? Pero lo que yo intento aquí y en este momento no es “contarles el chisme” –sin que esto signifique que las noticias son un chisme, depende del tratamiento que se les dé-, lo quiero es “cerrar un ciclo”. Bien podría “desaparecer” y ya, no soy así, todo lo que inicio, lo termino; si abro algo, no me voy sin antes cerrarlo.

La tercera reunión, el pasado viernes 20 de marzo, trató de eso, agradecerles su interés en ayudarme a concretar este plan y explicarles por qué decido terminarlo:

Desde mi perspectiva la vida no se trata de “caer y levantarse”, para caer más adelante y levantarse de nuevo; la vida no consiste en “caídas” y “levantadas” sucesivas, cadena cuyos eslabones son ensayo-error-ensayo-error… No quiero que mi vida sea una gran experiencia del tipo “ensayo-error”, quiero, decido y trabajo porque sea una “experiencia reflexiva”, que mis acciones tengan sentido porque sé bien “qué hago” y “para qué”.

En el caso de este proyecto, de esta idea que intenté concretar, hacer realidad –me refiero a nuestro café filosófico-, no me conformo con reconocer que no salió bien, no como queríamos, antes bien, me detengo, reflexiono y analizo “por qué no ha funcionado” y “cómo habré de hacerlo en una experiencia futura” para lograr mi objetivo o aproximarme cada vez más a su concreción.

Esta es una de las razones por las que amo leer, -y aprovecho como siempre que tengo la oportunidad, para agradecer a la persona que me enseñó, aunque no se enteré: infinitas gracias, Maestra Graciela Méndez Mancilla-, leyendo siempre encuentro algo y/o alguien que me “da luz”… Así, buscando comprender por qué no resultó como quería y qué necesito modificar para la consecución del resultado anhelado, encontré a Isaac Asimov y lo que él define como “cerebration sessions”, las cuales inmediatamente asocié con los cafés filosóficos por la finalidad que en cierto sentido comparten: proceso creativo, elucubración y nuevas ideas, reuniones-diálogo con el propósito de obtener-generar-crear ideas.

Escuchando a Asimov comprendo claramente qué faltó, qué debo agregar-cambiar para la próxima. Aunque antes de explicitar qué fue, quiero aclarar que no es responsabilidad mía o no solamente mía, sino nuestra, porque la práctica filosófica propuesta al igual que toda actividad-acción humana encierra corresponsabilidad, se comparten los actos y las consecuencias de estos. De hecho este sería el tema de nuestro último café, la idea-intención era que juntos analizáramos que ocurrió, no hubo oportunidad de que así fuera, no cuando fueron más los ausentes que los presentes… Por ende, mi análisis expresado en los siguientes renglones se refiere únicamente a mí en calidad de “organizadora”, no puedo hablar por los otros, por los otros que de una u otra manera participaron en el café.

Esto es lo que me faltó: relax.

En el DRAE “relax” está definido como “relajamiento físico o psíquico producido por ejercicios adecuados o por comodidad, bienestar o cualquier otra causa”. Al indagar en el mismo diccionario sobre qué es “relajamiento”, me remiten al verbo “relajar”, que presenta trece acepciones y entre las cuales considero pertinentes al asunto en cuestión solamente dos: “esparcir o distraer el ánimo con algún descanso” y “conseguir un estado de reposo físico y moral, dejando los músculos en completo abandono y la mente libre de toda preocupación”.

Me faltó “relajamiento” no físico, sino psíquico, porque no me sentía “cómoda”; me faltó relajamiento porque en la “incomodidad” no logré distraer mi ánimo, no conseguí un estado de reposo moral en el que mi mente se sintiera libre de toda “preocupación”.

Ahora bien, ¿por qué no me sentía “cómoda”, por qué no me sentía “libre de toda preocupación”? De una u otra forma ya lo mencioné, quedó anticipado cuando dije que “pareció un re-encuentro de profesoras y alumnos”. “Transportamos” nuestros roles de “maestra” y “alumn@” a nuestro café filosófico; rol, función, papel, envestidura o como se le quiera llamar, de “maestra”, que al menos para mí conlleva una “Gran Responsabilidad”, sí en sentido-connotación positiva, pero que no corresponde, no es oportuna ni aporta al tipo de reunión-diálogo del que hoy se trataba, el filocafé como modalidad de la filosofía práctica no académica, no formal. Aunado a lo anterior y ya en un nivel individual-persona singular, actualmente mi mente no está “libre”, aunque tampoco “pre-ocupada”, sino “ocupada” casi por completo en la concreción de otro proyecto y hacer bien las cosas en nuestro café filosófico, esto es, de manera que logrará su propósito, requeriría que “realmente nos ocupáramos de ello”, para lo cual, basándome en las evidencias, en los hechos, categóricamente afirmo que “no es el momento”, no para mí ni para ustedes.  

Sintetizando, nuestro café filosófico-cerebration sessions no se desarrolló de acuerdo al plan, no cumplió con su propósito porque careció del que quizás sea el principal –en el sentido de que es lo primero que debe darse- ingrediente, elemento, factor para que este tipo de reuniones creativas prosperen: “un ambiente absolutamente relajado en el que los participantes discuten temas interesantes sin sentir ninguna responsabilidad”. 

Así, hoy termino con el café filosófico (por ahora).


Gracias por el interés expresado a través de “likes”, “mensajes inbox”, 
“mensajes en el muro”, por la disposición manifiesta en su “asistencia”; 
gracias también por el interés o curiosidad que les mueve a leer mis publicaciones 
y del que me entero por las “estadísticas” en el blog. 
Gracias lejanas y virtuales, no obstante sinceras y humanas.



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