Un análisis filosófico del cuento “Casa tomada”,
escrito por Julio Cortázar
Temas principales
1. La irrupción de lo extraño
Cortázar introduce lo fantástico a través de una interferencia mínima en lo cotidiano: un ruido, una presencia que nunca se nombra. Lo inquietante no está en lo visible, sino en la ambigüedad: nunca sabemos qué o quién “toma” la casa. Ese silencio y esa falta de explicación son lo que produce el terror: la realidad se desestabiliza sin romper su apariencia normal.
2. El espacio y el inconsciente
La casa funciona como metáfora de la mente o
del inconsciente. Las habitaciones tomadas representan zonas que el sujeto no
controla: deseos reprimidos, miedos, memorias familiares.
Cuando los protagonistas cierran una parte de la casa, lo que hacen
simbólicamente es reprimir una parte de sí mismos. Finalmente, cuando la
totalidad de la casa es “tomada”, se sugiere una disolución del yo: ya no hay
espacio propio, ni refugio.
3. Rutina, pasividad y pérdida
Irene y su hermano llevan una existencia
estática. Su vida, centrada en pequeñas tareas domésticas, simboliza un orden
conservador, sin deseo ni apertura.
La “toma” puede interpretarse como la irrupción de lo nuevo, del cambio, que
destruye la quietud en la que se sostenía su identidad. En lugar de resistir,
ambos aceptan pasivamente la invasión, como si el desplazamiento fuera natural.
Esa actitud revela una forma de muerte en vida, típica del universo de
Cortázar, donde la comodidad lleva a la disolución de lo humano.
4. Lectura política y social
Algunos críticos han leído el cuento en clave alegórica:
- La casa representaría la Argentina tradicional, conservadora,
habitada por una clase media-alta decadente.
- “Los ruidos” simbolizarían la irrupción de nuevos sectores sociales
o políticos (como el peronismo, en el contexto de los años cuarenta), que
desplazan a las viejas élites.
Desde esta lectura, la “toma” es un movimiento
histórico inevitable: el relato muestra el desalojo de un orden social antiguo
por fuerzas nuevas que los protagonistas no comprenden ni aceptan.
Lectura
filosófica: la biopolítica del espacio y la exclusión
Si miramos el cuento desde una perspectiva biopolítica, como en la de Michel Foucault o Giorgio Agamben, encontramos que “Casa tomada” también pone en escena una forma de gestión de los cuerpos y los espacios.
- El poder que delimita y excluye:
Los protagonistas responden a la amenaza con una acción biopolítica: cerrar,
dividir, aislar. La casa se va compartimentando como un cuerpo bajo control.
Sin embargo, este gesto defensivo muestra la lógica moderna del poder, que
busca mantener la pureza, la inmunidad, el orden.
- La expulsión como forma de gobierno:
En lugar de enfrentar la alteridad, los personajes la expulsan
simbólicamente; prefieren perder el espacio antes que convivir con lo
desconocido. Así, terminan siendo ellos los excluidos. Como en la biopolítica
moderna, lo que se pretende proteger termina generando su propio exilio.
- La vida administrada:
La vida de Irene y su hermano está regida por la repetición, la
limpieza, la lectura, el tejido: prácticas que mantienen el orden, pero que
también neutralizan la vitalidad. La irrupción de “lo otro” (los ruidos)
aparece entonces como una fuerza de lo vivo que el sistema cerrado no puede
contener. El resultado es la aniquilación del sujeto ordenado por su propia
rigidez.
Simbología
|
Elemento |
Significado posible |
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La casa |
El yo, la memoria, la nación o el cuerpo social. |
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Los ruidos |
Lo reprimido, lo marginal, lo histórico, lo inconsciente. |
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Irene |
Lo doméstico, lo femenino, lo rutinario. |
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El narrador |
La racionalidad, la defensa del orden. |
|
La llave arrojada |
El cierre final, la renuncia al pasado, la imposibilidad de retorno. |
Conclusión
Cortázar transforma una historia doméstica en
una parábola sobre el poder, el miedo y la identidad. “Casa tomada” muestra
cómo lo que creemos nuestro –la casa, el cuerpo, la razón, la patria– puede ser
tomado por fuerzas que ignoramos o reprimimos. Desde una lectura biopolítica,
el cuento exhibe el fracaso del orden inmunitario: el intento de conservar la
pureza termina expulsando al propio sujeto del espacio que habitaba. La casa
tomada no sólo es la pérdida de un lugar físico, sino la renuncia a habitar el
mundo cuando el otro irrumpe en él.