¿Por qué filosofar?
Por Jesús Abraham Suárez Noriega
Tomado de
Argonauta. Revista cultural del Bajío
Cine y Literatura en juego
Fomento Cultural Irapuato, A.C. Edición Trimestral.
Irapuato. Agosto-Octubre. 2016
Año 1 Edición No. 2 – Ejemplar Gratuito
Para filosofar se requiere cierta
curiosidad. Preguntar el porqué de algo es una búsqueda infinita, indagar en lo
real es un juego constante, apertura de senderos que llevan a ninguna parte.
Aquel que se dedica a escudriñarlo todo es motivado por un deseo incomprensible.
Pretende encontrar aquello que le falta. Lo que no tengo lo experimento como
ausencia, desde la presencia. Para efectuar la filosofía se requiere acción, lo
cual sugiere un cierto furor o entusiasmo relacionado con el enamoramiento. Si
se va a hablar de filosofía se tendrá que conversar sobre el amor pues así
indica la tan conocida etimología. El concepto griego de amor/amistad es
constituyente para el filósofo. Por lo que filosofar será un acto amigable, y
solamente puede realizarse entre amantes. Cuando pienso en mis amigos más
queridos no los valoro por su utilidad, simplemente los amo desinteresadamente.
Podemos acompañar la tradicional definición con los bellos relatos platónicos
que con maestría ilustran el proceso que lleva a cabo el filosofar. Por
ejemplo, el mito sobre el origen de Eros indica su naturaleza dual, puesto que
refiere por un lado al hábil cazador que también descansa y se embriaga
mientras el otro polo representa a la pobreza y tristeza. Así pues el amor en
tal visión sugiere una correlación o conciliación con la diferencia ya que
personifica lo presente y lo ausente, lo que se muestra y lo que se oculta como
una fiesta de disfraces, como una dinámica de máscaras en donde se enfrenta lo
contrario: lo uno y lo múltiple, la vida y la muerte, el día y la noche, el
sueño y la vigilia, lo activo y lo pasivo, lo masculino y lo femenino, el
movimiento y el reposo, la fuerza y la debilidad. Ahora bien, no olvidemos que
otra narración cuenta que Eros fue el primero de los dioses, lo cual puede ser
interpretado como aquello que constituye lo real, entendiendo a la realidad
como una suerte de danza entre lo opuesto, juegos proporcionales entre la
atracción y la discordia, divisiones y uniones que se invierten y coquetean
perpetuamente como buenos amantes, tal concepción se presenta como paradójica y
de carácter místico. Entonces por su carácter erótica la filosofía a su vez se
ha entendido como aquella dinámica que desde la carencia mantiene un impulso
por crecimiento, superación de sí mismo a partir de sí mismo, en donde ante
todo se afirma la vida con sus matices diversos, múltiples y contradictorios.
Esta aceptación del vaivén permite la formación de un carácter virtuoso,
superador de todo límite, pues la existencia se desborda, y supera toda
definición o categoría. De tal forma, entendiendo la vida como un filosofar, se
seguirá que el vivir más conveniente consiste en afirmar la propia naturaleza y
entregarse al crecimiento propio, trabajo encaminado al florecimiento de los
hombres a partir del vencimiento de tristezas como la ignorancia, la cobardía o
el egoísmo. Entonces, concibo la actividad filosófica como la pretensión por
aumentar el impulso vital, y no como una búsqueda insaciable por obtener poder
a partir de la negación del otro y de sí mismo.