"Punto y Coma", Mónica Lavín.
Sedúceme con tus comas, con tus caricias espaciadas, tu aliento
respirable y tus atrevimientos continuos; colócame el punto y cima para cambiar
las caricias por largos besos y frases susurradas boca a boca. Haz un punto y seguido
para deslizarte en mí y contemplar mi desnudez sobre tu cama, ahora interrumpe
con guiones para soltar un halago sobre mi cuerpo y su huella en el tuyo –
recorrer con la mirada el talle y el hundimiento en la cintura, el ascenso en
la cadera, la larga prolongación de las piernas rematadas por un pie que no
resistes besar -. Embísteme sin mi rechazo y tortúrame con la altivez de tu
deseo arrastrándome muy lejos (al borde del abismo entre paréntesis y sin comas
por favor), ahora desenvaina tus puntos suspensivos… – Maldito trío de puntos –
ese espacio sin nombre no se alcanza.
Un punto y aparte para calmar el temblor de mi cuerpo y sonreírte al
mismo tiempo que me das de beber el vino espumoso en una copa. Borro mis
interrogaciones. Toda una antesala para retomar tus comas y regalarme la
humedad de tu boca y la suavidad de tu respiración en mis orejas, cuello, nuca,
hombros; atacar con puntos y comas nuevamente para buscar con tu dedo un
clítoris congestionado, pasar tu lengua entre los labios escondidos y saborear
mis secreciones – robármelas entre guiones – y atizar de nuevo en mi centro
ardiente ocupándolo, sosteniendo el ascenso ¡Inminente! con signos de
exclamación, la eyaculación inevitable… hasta acabar con los puntos suspensivos
y vaciarte todo en mí y desplomarte extenuado, aliviado y amoroso en mi cuerpo
complacido.
De nuevo un punto y aparte para dormir sobre mi pecho y pone punto final
al entrecomillado “acto” que en este caso es un hecho amoroso sin ningún viso
de actuación.
Si estoy equivocada, felicito tu dominio de la puntuación.
Punto final.